Favela en Rio de Janeiro |
Al mismo tiempo, el informe citado señala que somos la región más
desigual del planeta. Si queremos, junto con superar la extrema miseria,
derribar las inmensas barreras de la desigualdad, tenemos que pensar (y
actuar) sobre nuestras ciudades.
Esta intervención debiera hacerse tanto en lo que se llama planeación
urbana (intervención física-espacial), como en lo que dice relación con
la gobernanza (conjunto de valores cuyo principal interés es la
formulación de juicios éticos y políticos). Y esto a todo nivel: desde
la reforma de la administración pública, hasta la promoción de la
organización de base, como las juntas de vecinos o las asociaciones de
consumidores, incluyendo las organizaciones estudiantiles.
¿No es todo esto bien sabido? Sí, pero… se olvida. Por mirar los
árboles no vemos el bosque. En el enfrentamiento de los enormes desafíos
que tenemos nadie debe restarse. Y urge que dejemos de lado la pequeña
política, que busca tan solo obtener en el corto plazo buenos -pero
cortos- resultados electorales, para fortalecer la gran Política, que
comienza muchas veces con gestos pequeños. En esto estamos al debe. La
reconstrucción emprendida en nuestro país es una enorme oportunidad,
siempre que no dejemos de recordar que la ciudad no son solamente casas,
calles, edificios, sino que sus personas asociadas en instituciones.
¡Cuán fácil nos resulta aislarnos de lo que pasa a nuestro alrededor!
Vamos en el metro, en la micro o en el auto, cada cual enchufado a la
música que más le gusta! Me parece bueno que una señora subiera el video de la agresión que sufriera en una micro del Transantiago hace unos días arguyendo “estar aburrida de que todos se queden callados”.
En su reciente visita a Chile, el sacerdote jesuita Adolfo Nicolás,
cabeza de la Compañía de Jesús en el mundo, nos invitó, en distintas
instancias, a escuchar la “música” de los pobres. Para ello hay que
acallar otras “músicas”, y acercarse sin miedos ni prejuicios,
establecer vínculos y asociarse, interrogando lo que por costumbre nos
parece obvio que ocurra. Hay múltiples maneras de transformar nuestras
ciudades. Sólo debemos descubrir cuál es la propia.