Una de las particularidades de vivir en Roma en una comunidad conformada por 70 sacerdotes de más de 40 países distintos, es que podríamos tener muy poco contacto con la sociedad italiana: siempre hay suficiente 'cuento' al interior de la comunidad. Además cada uno puede perfectamente, y con razones de sobra, dedicar su tiempo en exclusiva a los estudios.
Con Roberto arriba del bus que nos llevó en mayo a la fiesta de la primavera (junio 2016) |
Aconsejado por un amigo jesuita que había estado años atrás acá, he participado desde hace poco más de un año en la comunidad San Roberto Bellarmino de Fede e Luce. Inspiradas en la experiencia y espiritualidad de Jean Vanier y El Arca - comunidades permanentes de personas con distintas capacidades - las comunidades de Fede y Luce se reúnen más o menos un domingo al mes, a compartir la fe y el almuerzo, a celebrar la vida, a cantar juntos, a hacer alguna actividad formativa o recreativa, a acompañarse y cuidarse. El encuentro mensual y su preparación es una invitación a gozar de la
simplicidad de estar juntos, atentos a lo que cada uno necesita y
dispuestos a poner lo propio.
Con Simona en la fiesta de la primavera (junio de 2016) |
Hay varias palabras o expresiones que se me ocurren para describir la experiencia de participar en esta comunidad: cuidado; inclusión; acogida; cariño; gratuidad; caminar juntos; esperar al que va más lento y caminar a su ritmo; reconocimiento. Estos meses con mis nuevos amigos de Fede e Luce me han abierto los sentidos y me han dado algunas pistas para comprender un poco más de qué se trata la eficacia del Evangelio que es promesa de felicidad.