domingo, 1 de agosto de 2021

Hambre y sed, ¿de qué?

Hoy domingo primero de agosto comienza en nuestro país el Mes de la Solidaridad, en el que queremos recordar a san Alberto Hurtado. Lo hacemos en un contexto particular: en medio, aún, de una pandemia que ha afectado gravemente nuestras vidas; con un retroceso evidente en la lucha contra la pobreza, particularmente, de la pobreza extrema, según se ha dado a conocer en la CASEN2020, todo indica que debido a las consecuencias económicas de la misma pandemia; el desempleo se alza por varios meses sobre los dos dígitos; estamos ad portas de una elección presidencial y del parlamento, lo que nos está haciendo revitalizar nuestras conversaciones pensando en el futuro de Chile; instalada hace cuatro semanas, se encuentra ya caminando sus primeros pasos la convención constitucional hacia la redacción de una carta magna que nos cobije y oriente nuestro camino. ¡En la zona central de Chile los aromos comienzan a teñirse de amarillo, se acerca a grandes pasos la primavera!

En el texto del evangelio según San Juan que proclamamos hoy se nos ofrece parte del discurso del Pan de Vida. Jesús nos ha enseñado, en el Padrenuestro, a pedir a Dios el pan de cada día. El pan es siempre mucho más que el mismo pan: es alimento, es nutrición, por cierto. Pero consideremos todo lo que tiene que ocurrir para que llegue el pan a una mesa, ¡se requiere de mucha colaboración! Al presentar el pan y el vino en la misa decimos que es “fruto de la tierra, de la vid, y del trabajo humano”.

Necesitados de alimento y de determinadas condiciones materiales para poder subsistir, corremos siempre el riesgo de encandilarnos con lo meramente material. No basta con el pan, aunque el pan sea sumamente necesario para subsistir, y esté escaseando en las mesas de millones de familias de nuestro país. En este relato, tras la multiplicación de los panes, Jesús se identifica como el Pan de vida: nos ofrece sentido, saciedad, compañía. ¡Nos ofrece también vida eterna!

¿Qué tenemos que hacer?, le preguntan a Jesús. La respuesta es la fe, ¡tienen que creer! El seguimiento de Jesús no se refiere tanto a una lista de mandamientos que cumplir o prescripciones rituales que celebrar, sino a unas actitudes que desarrollar, en la relación con los demás, con las cosas, con la creación, también con uno mismo. Estas actitudes brotan de la fe en Jesús, en su persona y su proyecto. Somos invitados a configurar nuestra existencia en sintonía con la vida de Jesús. Algo así hizo el padre Hurtado, y nos invitaba a preguntarnos una y otra vez: ¿Qué haría Cristo en nuestro lugar?

Junto a distintas organizaciones que están inspiradas en las enseñanzas del Padre Hurtado hemos desarrollado para este mes la campaña “Anteojos para ver al otro”. Queremos invitar a quien quiera sumarse a desarrollar el sentido social: somos con los demás, y lo que hacemos o dejamos de hacer, afecta a los otros. Queremos promover particularmente la visibilización y el reconocimiento de los pobres y los excluidos, los que van quedando al margen del camino del progreso. Los que no alcanzan a participar del Pan que colaborativamente producimos. En ellos el padre Hurtado reconocía al mismo Cristo. Siguiendo las enseñanzas de Jesús y del Padre Hurtado, mantengamos viva nuestra fe. No nos dejemos vencer por el miedo, no perdamos la esperanza, no permitamos que la desconfianza campee entre nosotros. Sigamos promoviendo el bien común en todos los rincones de nuestra sociedad.


Fragmento del Evangelio: Yo soy el pan de Vida. El que viene a mí jamás tendrá hambre; el que cree en mí jamás tendrá sed

 

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