Ecología integral (Lc. 21, 5-19)
Estamos llegando al fin del tiempo litúrgico y como siempre en este
momento del año, las lecturas y oraciones que se nos ofrecen en la Eucaristía
tienen una perspectiva escatólogica, que habla de las realidades últimas. Situados
en el horizonte temporal y cósmico en el que vamos caminando, nuestros
problemas parecen pequeños, nuestros esfuerzos y desvelos parecen vanos.
El relato del Evangelio según San Lucas que proclamamos hoy está escrito
“con el diario del lunes”: pone en boca de Jesús acontecimientos que van a
ocurrir, pero que al momento de escribirlos ya ocurrieron, particularmente en
lo referido al Templo. Ante quienes absortos contemplan su belleza, Jesús con
realismo señala que “no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido” ¿en
qué ponemos nuestra esperanza? Las calamidades anunciadas por Jesús pueden
parecernos exageradas, aunque basta mirar la historia de la humanidad, y
también de nuestro país, para reconocer que de tanto en tanto ocurren. Algo
similar pasa también con las persecuciones experimentadas por quienes siguen
fielmente a Jesús: como a Él, hay grupos de personas que preferirían callar y
sacar de en medio a quienes “anuncian buenas noticias a los pobres” (Lc. 4,
18-19).
Nos encontramos inmersos en una sola y grave crisis socioambiental, en
la que los que menos tienen - recursos, posibilidades, redes - más la sufren. Ya
lo advertía el 2015 el papa Francisco en su encíclica Laudato Si sobre el cuidado de la casa común. En lo exclusivamente
ambiental, como si se pudiera separar un asunto de otros, la crisis tiene tres
facetas: la del calentamiento global, la de pérdida de biodiversidad, la de la contaminación
del aire y las aguas de plásticos y otros derivados y residuos de combustibles
fósiles. En lo social, como si estuviera separado, esto tiene consecuencias
nefastas: daños severos por incendios, sequías, inundaciones; desplazamiento
forzado de millones de personas. Participé hace unos días en el lanzamiento del
libro “Urgentes mensajes del planeta tierra: la ecología integral como nuevo
paradigma de justicia” editado por la Revista Mensaje. Se los recomiendo. De la
presentación del libro y algunos de sus contenidos, que abordan las distintas
dimensiones de la crisis en la que estamos, he sacado algunas de estas ideas.
Esta semana hemos conocido en boca del ministro de educación una cifra
realmente alarmante: este último año con motivo de pandemia dejaron el sistema
escolar 50 mil niños, niñas y jóvenes, que añadidos a quienes ya estaban fuera,
da un total de 227 mil personas que pudiendo ir al colegio, no van. A esto hay
que añadir que entre quienes están matriculados, la asistencia ha sido
sumamente baja, afectando a más de un millón de niños. Si no enfrentamos
decididamente esta situación el impacto en el futuro será catastrófico, para
ellos, sus familias, ¡para todos! El ministro Marco Antonio Ávila ha llamado a
una alianza público privada para enfrentar este desafío. Tendríamos que asumir
esto casi como un esfuerzo de reconstrucción post terremoto.
Concluye el texto del evangelio de hoy con una invitación a la
constancia, a la perseverancia, que se abre a la esperanza de que el futuro va
a ser mejor que lo que hemos conocido. ¡A Dios rogando y con el mazo dando! La
grave crisis socioambiental en que nos encontramos se expresa en vínculos
rotos: de cada cual con sí mismo, con los demás, con el ecosistema en que
vivimos, en último término también con Dios. Avancemos decididamente desde una
cultura del abuso y el descarte, a una cultura del cuidado. Pongamos de nuestra
parte lo que esté a nuestro alcance para que en esfuerzos colectivos hagamos
frente a los tiempos difíciles que vivimos.
José Fco.
Yuraszeck Krebs, S.J.
Capellán General
Hogar de Cristo
Fragmento del
Evangelio: “Como algunos, hablando del
Templo, decían que estaba adornado con hermosas piedras y ofrendas votivas,
Jesús dijo: “De todo lo que ustedes contemplan, un día no quedará piedra sobre
piedra: todo será destruido”