domingo, 23 de julio de 2023

El bien y el mal

 La Parábola del Trigo y la Cizaña que proclamamos este domingo es aplicable a diversos aspectos de la realidad humana. Entre otras, a la convivencia del bien y el mal  en cada persona y también en la sociedad. Aunque la parábola no menciona directamente la corrupción, su mensaje proporciona perspectivas valiosas sobre cómo entender y abordar este problema social y moral. Su mensaje puede ser inspirador para el momento que vivimos, en particular al modo como abordamos el “Caso Convenios”, que ha puesto un manto de duda sobre las fundaciones y organizaciones de la sociedad civil y su relación con el Estado en sus distintos niveles.

La parábola destaca cómo en el mundo crecen el trigo y la cizaña juntos, representando la convivencia del bien y el mal. De manera similar, la corrupción es un mal que puede coexistir junto con acciones y esfuerzos nobles, honestos y que dan mucho fruto. Reconocer esta realidad nos ayuda a comprender que la corrupción no es un fenómeno aislado, sino una manifestación de la libertad y la debilidad humanas.

En la parábola, quien ha sembrado buena semilla en su campo muestra paciencia al permitir que el trigo y la cizaña crezcan juntos hasta la cosecha. Esta paciencia puede entenderse como el tiempo que Dios nos brinda para reflexionar y arrepentirnos de nuestras malas acciones, incluyendo la corrupción. Sin embargo, también se nos advierte que habrá un juicio final en el que las acciones serán evaluadas. Esto se relaciona con la idea de que, aunque la corrupción pueda prevalecer temporalmente, llegará un momento en el que habrá consecuencias y responsabilidades por los actos corruptos.

Los peones de la parábola desean eliminar rápidamente la cizaña, pero el dueño del sembrado les pide esperar, no sea que saquen también el trigo. Esta enseñanza destaca la importancia del discernimiento y la prudencia en el manejo de la corrupción. Abordar el problema de manera precipitada o desorganizada puede resultar contraproducente. Es esencial identificar las raíces del problema, adoptar medidas adecuadas, fortalecer las instituciones y asegurarse de que los esfuerzos para combatir la corrupción no afecten negativamente a aquellos que actúan con integridad.

Las otras dos parábolas de este mismo relato –la de la semilla de mostaza y la de la levadura en la masa– nos enseñan a valorar cada pequeño esfuerzo de amar y servir, de hacer el bien, confiando en que se multiplicará, crecerá y contribuirá a transformar la realidad. ¡Qué mensaje más esperanzador!

En última instancia, la Parábola del Trigo y la Cizaña invita a la reflexión sobre los aspectos morales y éticos de la vida humana, incluida la corrupción. Nos recuerda que el mal va a estar presente siempre y que la lucha contra la corrupción es una tarea colectiva que requiere esfuerzos constantes para cultivar una sociedad más íntegra y justa. La parábola nos desafía a ser pacientes, sabios y perseverantes en la promoción del bien, el cultivo del amor y también en nuestra lucha contra la corrupción, confiando en que a la larga el amor y el bien prevalecerán y la justicia será restaurada.

Fragmento del Evangelio: Dejen que crezcan juntos hasta la cosecha, y entonces diré a los cosechadores: Arranquen primero la cizaña y átenla en manojos para quemarla, y luego recojan el trigo en mi granero (Mt. 13, 29-30)

 

EVANGELIO

Dejen que crezcan juntos hasta la siega.

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 13, 24-43

Jesús propuso a la gente esta parábola:

El Reino de los Cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras todos dormían vino su enemigo, sembró cizaña en medio del trigo y se fue. Cuando creció el trigo y aparecieron las espigas, también apareció la cizaña. Los peones fueron a ver entonces al propietario y le dijeron: “Señor, ¿no habías sembrado buena semilla en tu campo? ¿Cómo es que ahora hay cizaña en él?”

Él les respondió: “Esto lo ha hecho algún enemigo”.

Los peones replicaron: “¿Quieres que vayamos a arrancarla?” 

“No, les dijo el dueño, porque al arrancar la cizaña, corren el peligro de arrancar también el trigo. Dejen que crezcan juntos hasta la cosecha, y entonces diré a los cosechadores: Arranquen primero la cizaña y átenla en manojos para quemarla, y luego recojan el trigo en mi granero”

También les propuso otra parábola:

El Reino de los Cielos se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su campo. En realidad, ésta es la más pequeña de las semillas, pero cuando crece es la más grande de las hortalizas y se convierte en un arbusto, de tal manera que los pájaros del cielo van cobijarse en sus ramas.

Después les dijo esta otra parábola:

El Reino de los Cielos se parece a un poco de levadura que una mujer mezcla con gran cantidad de harina, hasta que fermenta toda la masa.

Todo esto lo decía Jesús a la muchedumbre por medio de parábolas, y no les hablaba sin ellas, para que se cumpliera lo anunciado por el Profeta:

Hablaré en parábolas, anunciaré cosas que estaban ocultas desde la creación del mundo.

Entonces, dejando a la multitud, Jesús regresó a la casa; sus discípulos se acercaron y le dijeron: Explícanos la parábola de la cizaña en el campo.

Él les respondió: El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los que pertenecen al Reino; la cizaña son los que pertenecen al Maligno, y el enemigo que la siembra es el demonio; la cosecha es el fin del mundo y los cosechadores son los ángeles.

Así como se arranca la cizaña y se la quema en el fuego, de la misma manera sucederá al fin del mundo. El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y éstos quitarán de su Reino todos los escándalos y a los que hicieron el mal, y los arrojarán en el horno ardiente: allí habrá llanto y rechinar de dientes. Entonces los justos resplandecerán como el sol en el Reino de su Padre.

¡El que tenga oídos, que oiga!

domingo, 2 de julio de 2023

Libertad

Del mismo modo que en los domingos anteriores, hoy seguimos recibiendo algunas de las indicaciones que Jesús da a sus discípulos enviados en misión. Puede llamar la atención, e incluso parecer exagerada, la primera afirmación: "El que ama a su padre o a su madre más que a mí no es digno de mí; y el que ama a su hijo o a su hija más que a mí no es digno de mí".

Si recordamos otros textos de las Escrituras, en particular los mandamientos entregados por Moisés a su pueblo, como "amarás al Señor sobre todas las cosas", las palabras de Jesús ya no parecen tan exageradas. Para aquellos que tenemos el don de la fe, amar verdaderamente a Dios implica colocarlo en el centro de nuestras vidas por encima de cualquier otra relación, compromiso o idea. Es en esta relación de amor con nuestro Creador donde encontramos el verdadero sentido y propósito de nuestras vidas, así como una profunda libertad.

Unos versículos más adelante, Jesús nos invita a "cargar la cruz" y seguirle. Esto también forma parte de la tradición y vida cristianas: salir de nuestro propio querer e interés, poner en su lugar las comodidades y prioridades personales, y aceptar el sacrificio y la entrega en el servicio a Dios y al prójimo. Vivir y proclamar el mandamiento del amor requiere que estemos dispuestos a trabajar juntos en la construcción de una sociedad más justa y solidaria, asumiendo responsabilidades y sacrificios en pos del bien común.

Casi al final del texto del Evangelio de hoy, Jesús destaca la importancia de acoger y ser acogidos en su nombre. Cuando recibimos a otros con amor y compasión, especialmente a los más necesitados entre nosotros, estamos demostrando el amor de Dios en acción. Para aquellos de nosotros que deseamos seguir a Jesús y sus enseñanzas en nuestras vidas, el verdadero fundamento para construir una sociedad justa y equitativa radica en amar libremente a Dios sobre todas las cosas y amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos.

En las últimas semanas, hemos sido testigos del escándalo provocado por la transferencia de dinero de distintos servicios del Estado a organizaciones recientemente creadas, donde aparentemente se han privilegiado vínculos de cercanía ideológica o parentesco, sin acreditar suficiente experiencia y al parecer sin justificar el monto entregado en relación al servicio entregado.

Es comprensible que haya habido tanta molestia.

Ante esta situación, tenemos una oportunidad que no debemos desaprovechar. Más allá de las creencias o ideologías de cada cual, una de las tareas más importantes que como comunidad debiéramos abordar es poner a las personas y comunidades que necesitan atención prioritaria en el centro, dada su especial vulnerabilidad. ¡No dejemos a nadie atrás! Esta es una de las razones de ser del Estado y sus servicios, así como de muchas organizaciones de la sociedad civil que complementan, amplifican y expanden su labor. 

José Fco. Yuraszeck Krebs, S.J.

Capellán General Hogar de Cristo

Fragmento del Evangelio: El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; y el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí. (Mt. 10, 37)


EVANGELIO

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo   10, 37-42

Dijo Jesús a sus apóstoles:

El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; y el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí.

El que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí.

El que encuentre su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la encontrará.

El que los recibe a ustedes, me recibe a mí; y el que me recibe, recibe a Aquél que me envió.

El que recibe a un profeta por ser profeta, tendrá la recompensa de un profeta; y el que recibe a un justo por ser justo, tendrá la recompensa de un justo.

Les aseguro que cualquiera que dé a beber, aunque sólo sea un vaso de agua fresca, a uno de estos pequeños por ser mi discípulo, no quedará sin recompensa.