Resilient Cities es el tÃtulo de uno de los capÃtulos del libro
de Jeffrey Sachs, The age of sustainable
development.[1] En términos generales, Sachs afirma que una ciudad se puede gestionar
adecuadamente si se hace una planificación con los Objetivos de Desarrollo
Sostenible (ODS, ver Ilustración 1).[2]
Aunque en su formulación conceptual y representación gráfica parezcan simples[3],
cada uno de los 17 ODS cuenta con una descripción objetiva y verificable, y con
pasos sugeridos para su consecución. Todo esto basado en la experiencia
internacional.
Para poder utilizar eficazmente los ODS se requiere determinación y
voluntad polÃtica, que se despliegue la capacidad institucional de hacer
diagnósticos diferenciados adecuados a los distintos contextos y responder a
ellos.[4]
Eso supondrá una mejora o actualización de los sistemas de evaluación que
considere tanto los indicadores finales como indicadores intermedios que
permitan ir haciendo las correcciones necesarias. Lo que se desprende de este
punto es que se requieren instituciones ágiles y profesionales, con capacidad
de gestión y reacción, no cooptadas por meros intereses polÃticos electorales
de corto plazo.
Ilustración 1: Objetivos de
Desarrollo Sostenible.
A partir de la descripción de los distintos patrones de urbanización que
se han ido dando en distintos lugares del mundo, Sachs se propone puntualizar
cuáles debieran ser las principales acciones a desplegar para hacer de las
ciudades lugares cada vez más gratos para vivir para todos sus habitantes,
además de cuidadosos del medio ambiente. Su aproximación se basa en el concepto
de desarrollo sostenible, que incorpora la interrelación de las dimensiones económica,
social y ambiental (ver Ilustración 2), toda ella gestionada mediante la acción
polÃtica de los seres humanos de una comunidad particular.[5]
Ilustración 2: Componentes del
Desarrollo Sostenible.
Desde la perspectiva de Sachs,[6]
los horizontes de movimiento de la acción social y polÃtica en la ciudad
debieran promover tanto el aumento de la productividad urbana, como de
la inclusión social y de la sostenibilidad ambiental. Ninguna de
las tres sin las otras.
Productividad urbana se
refiere a hacer de las ciudades espacios donde las empresas puedan desarrollar
eficientemente sus actividades, y las personas puedan encontrar trabajo decente
en ellas. Para favorecer la productividad urbana es clave la infraestructura
(sistema de transporte público, conectividad, servicios básicos accesibles a
todos) que permita bajar los costos de las interacciones y transacciones en la
ciudad.[7]
La inclusión social, en sintonÃa con lo planteado por Hollenbach,
busca que todos los habitantes de una ciudad puedan participar de los bienes y
servicios posibilitados por la cooperación. La segregación y fragmentación en
las ciudades posibilita el que haya barrios, escuelas, servicios de salud y parques de distinta calidad dependiendo del
ingreso de sus habitantes, ampliando la brecha de la desigualdad. Esto es caldo
de cultivo para el descontento social, la inestabilidad y la violencia.[8]
La sostenibilidad ambiental supone hacerse cargo a gran escala
tanto de la mitigación de los efectos que una gran aglomeración de
personas produce sobre el medio ambiente (suelo, agua, aire) y las mismas
personas (enfermedades). Además debe preocuparse de la adaptación, sobre
todo en lo referido al impacto del cambio climático.[9]
Estas son las tres dimensiones del desarrollo sostenible aplicado a la
vida de las ciudades. Para ser sostenible el desarrollo ha de ser equitativo,
viable y vivible a la vez. Si alguna de las tres dimensiones se va quedando
atrás, se afecta considerablemente al conjunto.
En particular pone su atención Sachs sobre lo que llama infraestructuras
inteligentes[10],
relacionadas con el transporte, el
suministro de agua, y con la
gestión de los residuos urbanos, incluidos los residuos de aguas
servidas como los residuos sólidos. Si estos sistemas se diseñan de un modo
adecuado es posible ir reconfigurando el metabolismo urbano hacia mejorar la
calidad de vida de quienes viven en él, en todas las dimensiones y relaciones
que se establecen cotidianamente.
Respecto de la resiliencia urbana la propuesta de Sachs[11]
es anticiparse a los acontecimientos de alto impacto que afectan la ciudad. Esto
en cuanto a la infraestructura: que tenga la capacidad adecuada de acuerdo a
las tendencias de uso, considerando la variabilidad cotidiana y estacional. Y
también en la conducta de la población: que al menos los adultos sepan qué
hacer en caso de emergencias climáticas y casos particulares. Se debe priorizar
la preparación antes que la reparación, pues esta última, en el caso de los
seres humanos, supone lamentar lesiones serias o muertes.
En este aspecto el caso chileno es bien notable: dada su localización
geográfica, sufre frecuentemente terremotos de gran magnitud, además de otras
catástrofes naturales que se han ido acentuando por el cambio climático (sequÃa que ha favorecido
el auge de incendios forestales, sucedida por grandes lluvias estacionales que
provocan inundaciones y aluviones). Estas situaciones despiertan la solidaridad
de los chilenos: el Hogar de Cristo y Techo, obras sociales de la CompañÃa de
Jesús, y otras ONGs, asociadas a las instituciones del Estado (ONEMI,
Municipios) y a los medios de comunicación masiva, han desarrollado una
capacidad de respuesta eficaz ante las emergencias. Pero además con el correr
de los años se han desarrollado por parte del Estado herramientas legislativas,
técnicas e institucionales, que han permitido afrontar de buen modo las
recurrentes emergencias.[12]
En sintonÃa con lo expuesto, en los dÃas que escribimos estas lÃneas
el Gobierno Regional Metropolitano de Santiago de Chile ha anunciado la
estrategia que se ha diseñado para hacer de Santiago una ciudad resiliente.[13]
VER POSTEOS RELACIONADOS: CrÃticas a la posibilidad de la sostenibilidad urbana
Derecho a la Ciudad
[1] En los siguientes
párrafos seguimos algunas de las ideas planteadas en este libro.
[2] Cf. J.D. Sachs, The age of
sustainable development, 385-391. “La Agenda 2030 para
el Desarrollo Sostenible, aprobada en septiembre de 2015 por la Asamblea
General de la ONU, establece una visión transformadora hacia la sostenibilidad
económica, social y ambiental (…) y será la guÃa de referencia para el trabajo
de la institución en pos de esta visión durante los próximos 15 años. (…) El
conocimiento de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) asociados a
esta Agenda ayuda a evaluar el punto de partida de los paÃses de la región y a
analizar y formular los medios para alcanzar esta nueva visión del desarrollo
sostenible, que se expresó de manera colectiva y quedó plasmada en la Agenda
2030.” Cf. CEPAL, «Agenda 2030 y los Objetivos de
Desarrollo Sostenible».
[3] Esto representación
gráfica simple ha sido deliberadamente diseñada asà para que pueda ser
fácilmente comprendida en las calles, slums, aldeas, organizaciones, y
se pueda involucrar a todos en la consecución de estos objetivos, partiendo por
las personas que sufren tales carencias. Cf. J.D. Sachs, The age of
sustainable development, 144.
[4] Cf. J.D. Sachs, The age of
sustainable development, 144-149. Ahà Sachs explica
cómo ocupar los 8 Objetivos de
Desarrollo del Milenio (ODM) acordados en la ONU el año 2000 para su trabajo
hasta el 2015. Desde entonces se han definido en continuidad los 17 ODS, dando
paso al modelo de desarrollo sostenible.
[5] La invitación a
promover iniciativas de desarrollo sostenible también está contenida en la Laudato Si’, aunque con el añadido de la
expresión integral: que incluya a
todo el hombre y a todos los hombres, incluyendo su dimensión espiritual y
trascendente (Cf. LS13). En el Magisterio Latinoamericano, la conferencia de MedellÃn se refiere
latamente al desarrollo y al modo como la Iglesia puede participar de su
promoción. En el DA se insiste en el carácter sostenible que ha de tener el
desarrollo (DA 67.126.399-405).
[12] Sirva como ejemplo
el del terremoto y maremoto que azotó a Chile en febrero de 2010. Con una
magnitud de 8.8 en la escala de Richter, se tuvo que lamentar la muerte de 512
personas: la mayorÃa de ellas vÃctima del tsunami, dado que se suspendió
erróneamente la alarma de evacuación del borde costero. Cf. OPS/OMS, «El terremoto y tsunami del 27
de febrero en Chile. Crónica y lecciones aprendidas en el sector salud». Algunos meses antes un sismo de magnitud 7 en
la escala de Richter dejó en Haità más de 200.000 vÃctimas fatales.
[13] Ver Sitio Web Santiago Resiliente. Esta iniciativa es parte de la campaña ‘100
Resilient Cities’ promovida por la Rockefeller Foundation en el
marco de la estrategia de los ODS.