viernes, 31 de marzo de 2017

Desarrollo Sostenible en las Ciudades


Resilient Cities es el título de uno de los capítulos del libro de Jeffrey Sachs, The age of sustainable development.[1] En términos generales, Sachs afirma que una ciudad se puede gestionar adecuadamente si se hace una planificación con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS, ver Ilustración 1).[2] Aunque en su formulación conceptual y representación gráfica parezcan simples[3], cada uno de los 17 ODS cuenta con una descripción objetiva y verificable, y con pasos sugeridos para su consecución. Todo esto basado en la experiencia internacional.
Para poder utilizar eficazmente los ODS se requiere determinación y voluntad política, que se despliegue la capacidad institucional de hacer diagnósticos diferenciados adecuados a los distintos contextos y responder a ellos.[4] Eso supondrá una mejora o actualización de los sistemas de evaluación que considere tanto los indicadores finales como indicadores intermedios que permitan ir haciendo las correcciones necesarias. Lo que se desprende de este punto es que se requieren instituciones ágiles y profesionales, con capacidad de gestión y reacción, no cooptadas por meros intereses políticos electorales de corto plazo.

 


Ilustración 1: Objetivos de Desarrollo Sostenible
 
A partir de la descripción de los distintos patrones de urbanización que se han ido dando en distintos lugares del mundo, Sachs se propone puntualizar cuáles debieran ser las principales acciones a desplegar para hacer de las ciudades lugares cada vez más gratos para vivir para todos sus habitantes, además de cuidadosos del medio ambiente. Su aproximación se basa en el concepto de desarrollo sostenible, que incorpora la interrelación de las dimensiones económica, social y ambiental (ver Ilustración 2), toda ella gestionada mediante la acción política de los seres humanos de una comunidad particular.[5]



 
Ilustración 2: Componentes del Desarrollo Sostenible.


Desde la perspectiva de Sachs,[6] los horizontes de movimiento de la acción social y política en la ciudad debieran promover tanto el aumento de la productividad urbana, como de la inclusión social y de la sostenibilidad ambiental. Ninguna de las tres sin las otras.
Productividad urbana se refiere a hacer de las ciudades espacios donde las empresas puedan desarrollar eficientemente sus actividades, y las personas puedan encontrar trabajo decente en ellas. Para favorecer la productividad urbana es clave la infraestructura (sistema de transporte público, conectividad, servicios básicos accesibles a todos) que permita bajar los costos de las interacciones y transacciones en la ciudad.[7]
La inclusión social, en sintonía con lo planteado por Hollenbach, busca que todos los habitantes de una ciudad puedan participar de los bienes y servicios posibilitados por la cooperación. La segregación y fragmentación en las ciudades posibilita el que haya barrios, escuelas, servicios de salud y  parques de distinta calidad dependiendo del ingreso de sus habitantes, ampliando la brecha de la desigualdad. Esto es caldo de cultivo para el descontento social, la inestabilidad y la violencia.[8]
La sostenibilidad ambiental supone hacerse cargo a gran escala tanto de la mitigación de los efectos que una gran aglomeración de personas produce sobre el medio ambiente (suelo, agua, aire) y las mismas personas (enfermedades). Además debe preocuparse de la adaptación, sobre todo en lo referido al impacto del cambio climático.[9]
Estas son las tres dimensiones del desarrollo sostenible aplicado a la vida de las ciudades. Para ser sostenible el desarrollo ha de ser equitativo, viable y vivible a la vez. Si alguna de las tres dimensiones se va quedando atrás, se afecta considerablemente al conjunto.
En particular pone su atención Sachs sobre lo que llama infraestructuras inteligentes[10], relacionadas con el transporte, el  suministro de agua, y con la  gestión de los residuos urbanos, incluidos los residuos de aguas servidas como los residuos sólidos. Si estos sistemas se diseñan de un modo adecuado es posible ir reconfigurando el metabolismo urbano hacia mejorar la calidad de vida de quienes viven en él, en todas las dimensiones y relaciones que se establecen cotidianamente.
Respecto de la resiliencia urbana la propuesta de Sachs[11] es anticiparse a los acontecimientos de alto impacto que afectan la ciudad. Esto en cuanto a la infraestructura: que tenga la capacidad adecuada de acuerdo a las tendencias de uso, considerando la variabilidad cotidiana y estacional. Y también en la conducta de la población: que al menos los adultos sepan qué hacer en caso de emergencias climáticas y casos particulares. Se debe priorizar la preparación antes que la reparación, pues esta última, en el caso de los seres humanos, supone lamentar lesiones serias o muertes.
En este aspecto el caso chileno es bien notable: dada su localización geográfica, sufre frecuentemente terremotos de gran magnitud, además de otras catástrofes naturales que se han ido acentuando por  el cambio climático (sequía que ha favorecido el auge de incendios forestales, sucedida por grandes lluvias estacionales que provocan inundaciones y aluviones). Estas situaciones despiertan la solidaridad de los chilenos: el Hogar de Cristo y Techo, obras sociales de la Compañía de Jesús, y otras ONGs, asociadas a las instituciones del Estado (ONEMI, Municipios) y a los medios de comunicación masiva, han desarrollado una capacidad de respuesta eficaz ante las emergencias. Pero además con el correr de los años se han desarrollado por parte del Estado herramientas legislativas, técnicas e institucionales, que han permitido afrontar de buen modo las recurrentes emergencias.[12]
En sintonía con lo expuesto, en los días que escribimos estas líneas el Gobierno Regional Metropolitano de Santiago de Chile ha anunciado la estrategia que se ha diseñado para hacer de Santiago una ciudad resiliente.[13]

VER POSTEOS RELACIONADOS: Críticas a la posibilidad de la sostenibilidad urbana
Derecho a la Ciudad

[1] En los siguientes párrafos seguimos algunas de las ideas planteadas en este libro.
[2] Cf. J.D. Sachs, The age of sustainable development, 385-391. “La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, aprobada en septiembre de 2015 por la Asamblea General de la ONU, establece una visión transformadora hacia la sostenibilidad económica, social y ambiental (…) y será la guía de referencia para el trabajo de la institución en pos de esta visión durante los próximos 15 años. (…) El conocimiento de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) asociados a esta Agenda ayuda a evaluar el punto de partida de los países de la región y a analizar y formular los medios para alcanzar esta nueva visión del desarrollo sostenible, que se expresó de manera colectiva y quedó plasmada en la Agenda 2030.” Cf. CEPAL, «Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible».
[3] Esto representación gráfica simple ha sido deliberadamente diseñada así para que pueda ser fácilmente comprendida en las calles, slums, aldeas, organizaciones, y se pueda involucrar a todos en la consecución de estos objetivos, partiendo por las personas que sufren tales carencias. Cf. J.D. Sachs, The age of sustainable development, 144.
[4] Cf. J.D. Sachs, The age of sustainable development, 144-149. Ahí Sachs explica cómo ocupar los 8 Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) acordados en la ONU el año 2000 para su trabajo hasta el 2015. Desde entonces se han definido en continuidad los 17 ODS, dando paso al modelo de desarrollo sostenible.
[5] La invitación a promover iniciativas de desarrollo sostenible también está contenida en la Laudato Si’, aunque con el añadido de la expresión integral: que incluya a todo el hombre y a todos los hombres, incluyendo su dimensión espiritual y trascendente (Cf. LS13). En el Magisterio Latinoamericano,  la conferencia de Medellín se refiere latamente al desarrollo y al modo como la Iglesia puede participar de su promoción. En el DA se insiste en el carácter sostenible que ha de tener el desarrollo (DA 67.126.399-405).
[6] J.D. Sachs, The age ... , 366-368.
[7] J.D. Sachs, The age ... , 366.
[8] J.D. Sachs, The age ... , 366-367.
[9] J.D. Sachs, The age ... , 367.
[10] J.D. Sachs, The age ... , 371-378.
[11] J.D. Sachs, The age ... , 379-384.
[12] Sirva como ejemplo el del terremoto y maremoto que azotó a Chile en febrero de 2010. Con una magnitud de 8.8 en la escala de Richter, se tuvo que lamentar la muerte de 512 personas: la mayoría de ellas víctima del tsunami, dado que se suspendió erróneamente la alarma de evacuación del borde costero. Cf. OPS/OMS, «El terremoto y tsunami del 27 de febrero en Chile. Crónica y lecciones aprendidas en el sector salud». Algunos meses antes un sismo de magnitud 7 en la escala de Richter dejó en Haití más de 200.000 víctimas fatales.
[13] Ver  Sitio Web Santiago Resiliente. Esta iniciativa es parte de la campaña ‘100 Resilient Cities’ promovida por la Rockefeller Foundation en el marco de la estrategia de los ODS.