Compañía
(Mc. 16, 15-20)
Hoy celebramos la fiesta de la
Ascensión del Señor, que junto con Pentecostés, que festejamos la próxima
semana, viene a completar las fiestas de la Pascua de resurrección. Jesús asciende
a los cielos pero no nos deja solos. Nos acompaña de un modo particular, eso promete
a quienes crean y actúen en su nombre, y también con el Espíritu Santo que ha
sido insuflado en nuestras vidas, desde el momento de nacer. Ese mismo Espíritu
nos asocia al Misterio Pascual de Jesús, de su vida, muerte y resurrección,
seamos o no creyentes, participemos o no de la vida de la Iglesia. ¡Aunque tanto
más si creemos y participamos!
Hoy en nuestro país celebramos
también el Día de la Madre, gozosa ocasión para agradecer a nuestras mamás, que
para muchas personas son la expresión más preciosa del amor incondicional que,
creemos, Dios nos tiene. Además, la fe se sigue transmitiendo también muchas
veces a través de madres y abuelas, que sostienen la vida de muchas comunidades
cristianas.
Algunas imágenes y acciones de madres
nos han conmovido las últimas semanas.
La mamá de Tomás, Camila Gómez, viene
desde Ancud caminando hacia La Moneda para ser escuchada por la enfermedad de
su hijo. Gracias a la difusión de esta acción y al poder de las redes sociales,
ha logrado reunir hasta ahora cientos de millones de pesos para comprar el
remedio que requiere su hijo para seguir viviendo. Conmueve su perseverancia.
También nos ha conmovido el dolor
desgarrador de Romina Vargas, mamá de Franco, soldado conscripto que murió en
Putre en circunstancias que requieren de aclaración e investigación, porque ha
habido mucha información confusa. Ella, con justa razón, quiere saber qué le
pasó a su hijo, pide que no la dejen sola y que se haga justicia.
Igualmente conmovedor ha sido el
dolor de Mariana Derderián y la impotencia por la muerte de su hijo de 6 años
en un incendio, y de que el papá, Francisco Aravena, haya quedado con
quemaduras severas por intentar rescatarlo infructuosamente de las llamas.
Escribo sus nombres y muy brevemente
sus historias para empatizar con su dolor y homenajear en ellas a tantas
mujeres que sostienen la vida de sus familias, hijos e hijas. “Madre nuestra
que estás en la tierra” es la expresión de distintas obras literarias y
teatrales que conectan con la experiencia de ser cuidados por nuestras mamás y
también por la madre tierra.
El ser cuidados, criados y queridos
es quizás la experiencia más fundante que toda persona requiere. Las distintas
situaciones de abuso que hemos conocido, tanto dentro de la Iglesia como en
otros espacios de la sociedad, pueden minar ese cariño fundamental que a todos
debiera sostener. En circunstancias difíciles y oscuras, la distancia que
podemos sentir al rezar “Padre nuestro que estás en los cielos” se acerca
cuando reconocemos la compañía amorosa de nuestras mamás que nos sostienen,
cuyo amor también puede sanar las heridas que va dejando la vida. ¡Feliz día
mamá!
Fragmento del Evangelio: “Estos prodigios acompañarán a los que crean: arrojarán a los demonios en mi Nombre y hablarán nuevas lenguas (…) impondrán las manos sobre los enfermos y los sanarán” Mc. 16, 17-18
EVANGELIO
Fue llevado al cielo y está sentado a la derecha de Dios.
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san
Marcos 16, 15-20
Jesús resucitado se apareció a los Once y les dijo:
“Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación.
El que crea y se bautice, se salvará. El que no crea, se condenará.
Y estos prodigios acompañarán a los que crean: arrojarán a los demonios
en mi Nombre y hablarán nuevas lenguas; podrán tomar a las serpientes con sus
manos, y si beben un veneno mortal no les hará ningún daño; impondrán las manos
sobre los enfermos y los sanarán”.
Después de decirles esto, el Señor Jesús fue llevado al cielo y está
sentado a la derecha de Dios.
Ellos fueron a predicar por todas partes, y el Señor los asistía y
confirmaba su palabra con los milagros que la acompañaban.