Dignidad (Jn. 10, 11-18)
El evangelio del día de hoy, cuarto domingo de Pascua, presenta a Jesús
como el buen pastor que “da la vida por sus ovejas”; que las conoce por su
nombre y ellas reconocen su voz; que presenta un anhelo de fraternidad
universal, para que haya “un solo rebaño”. La sabiduría del evangelio es
práctica, nos invita a amar y servir muy concretamente. Esta fiesta de Jesús
Buen Pastor, es también una invitación a ser buenos pastores unos de otros, a
cuidarnos, a ayudarnos a ponernos de pie cuando caemos, a buscarnos si estamos
perdidos, y estar particularmente atentos a quienes por distintas razones van
quedando al margen.
Hace algunos días se dio a conocer la declaración del Dicasterio para la
Doctrina de la Fe del Vaticano, “Sobre la dignidad humana”. Es un documento que
vale la pena leer y meditar en profundidad. Se enmarca en el 75 aniversario de
la Declaración Universal de los Derechos Humanos que, precisamente, reconoce en
su primer artículo la dignidad inalienable de toda persona por el hecho de
existir, independiente de su nacionalidad, raza, edad, sexo o religión. Sabemos
que no basta con declarar algo para que ocurra, pero al mismo tiempo valoramos el avance
civilizatorio que significa reconocer ciertos derechos, pues nos indican un
modo de tratarnos que en un marco de convivencia social se hace exigible,
especialmente a los Estados.
Las graves violaciones a la dignidad humana mencionadas en la declaración
incluyen –entre otras– el drama de la
pobreza y la abismante desigualdad, el trabajo esclavizante de los migrantes
forzados, la trata de personas, el abuso sexual, la violencia contra las
mujeres, el aborto y la violencia digital.
Hemos conocido también hace unos días la noticia del aumento
significativo de personas en situación de calle en nuestro país: desde el año
2017 se han duplicado, llegando a ser poco más de 21 mil personas. Sabemos que
los registros tienden a no ser completos, de seguro son muchas más. En el Censo
en curso habrá una preocupación particular por contarlas y caracterizarlas,
para ver cómo atender sus dolores y necesidades. La situación de calle en
nuestras ciudades es quizás la expresión más extrema del atropello a la
dignidad humana.
Es sabido que el principal motivo para que alguien llegue a la calle,
junto con el impacto de una crisis económica o laboral, es la ruptura de
vínculos, que luego provoca para quien no tiene otras redes a las que acudir,
quedar “con lo puesto”. En un alto porcentaje de casos esto lleva a caer en el
consumo problemático de alcohol y otras drogas, y una espiral creciente de
“incivilidades”. Así les ha dado por llamar a las autoridades a algunas
conductas perturbadas y perturbadoras de personas que de algún modo han perdido
su dignidad. Se hace muy dolorosa, por cierto, la incivilizada indiferencia e
indolencia que nos hace “cruzar a la vereda del frente” y que muy concretamente
implica que no contemos con sistemas e instituciones públicas robustas que
tiendan una mano reparadora a todas las personas que no tienen casa y viven en
la calle.
Ahora que se acerca el invierno con sus fríos, intentemos que sea cierto lo
que afirmamos de la dignidad inalienable de cada persona por el hecho de
existir.
EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según San Juan 10, 11-18
Jesús dijo:
“Yo soy el buen Pastor.
El buen Pastor da su vida por las ovejas.
El asalariado, en cambio, que no es el pastor y al que no pertenecen las
ovejas, cuando ve venir al lobo las abandona y huye, y el lobo las arrebata y
las dispersa.
Como es asalariado, no se preocupa por las ovejas.
Yo soy el buen Pastor: conozco a mis ovejas, y mis ovejas me conocen a
mí, -como el Padre me conoce a mí y Yo conozco al Padre- y doy mi vida por las
ovejas.
Tengo, además, otras ovejas que no son de este corral y a las que debo
también conducir: ellas oirán mi voz, y así habrá un solo rebaño y un solo
Pastor.
El Padre me ama porque Yo doy mi vida para recobrarla.
Nadie me la quita, sino que la doy por mí mismo.
Tengo el poder de darla y de recobrarla: éste es el mandato que recibí
de mi Padre”.