domingo, 30 de septiembre de 2018

Orar por Chile


Ampliando el horizonte del “nosotros” del que nos sentimos parte, podremos también mover las barreras de lo posible e imaginable, en beneficio de todos.

El último domingo de septiembre está dedicado desde hace décadas, en el seno de la Iglesia Católica, al Día de Oración por Chile. Tal como uno nunca se baña en el mismo río, cada año son distintos los motivos principales por los cuales rezar, aunque el propósito de poner nuestro país entero en las manos de Dios se mantenga.
En el evangelio del día de hoy (Mc. 9, 38-48) se nos presentan algunas tensiones de los discípulos de Jesús, en boca del apóstol Juan. ¿Quiénes son los “nuestros”? ¿Quién puede actuar en nombre de Jesús? No será la raza, ni la afinidad de gustos, ni siquiera la amistad, lo que defina la pertenencia al grupo de los discípulos de Jesús, sino la rectitud de intención al actuar siguiendo sus enseñanzas. Se nos ofrece acá la posibilidad de ampliar el horizonte del “nosotros” del que nos sentimos parte: una dinámica que desde siempre ha tenido el cristianismo, solo suspendida por algunos momentos de fariseísmos y catarismos excluyentes o propia de algunos grupos de talante más sectario. Aún los hay.
Un poco más adelante, Jesús se expresa con dureza contra lo que sea motivo de escándalo a algún pequeño (Mc. 9, 42).  A propósito de los pequeños, esta semana el presidente Piñera ha anunciado el envío del presupuesto 2019 para su discusión en el Parlamento, coyuntura clave donde más que nunca importa poner el nosotros -el país, el todos los chilenos, en especial los más vulnerables- por encima de cálculos partidistas, ideológicos, sectarios. Y esto es particularmente válido en lo que se refiere a los niños, donde hay buenos anuncios, que se hacen cargo de algunos escándalos que se arrastran por décadas.  Es de esperar que en este caso concurran las voluntades de todos los sectores políticos para mejorar los proyectos y concretizar los anuncios.
¿De qué se tratan? En primer lugar, lo que ya se ha ido avanzando en actualizar la institucionalidad del SENAME con la creación de dos servicios públicos que aborden separadamente la protección de los más vulnerables y la situación de los jóvenes infractores de ley. También el propósito declarado de reforzar la educación preescolar. Sería muy conveniente que se creara un consenso nacional para promover la reinserción escolar de los más de 77 mil niños y adolescentes que son expulsados del sistema escolar y quedan privados de su derecho a la educación, básicamente por ser pobres, vulnerables, diferentes, con dificultades objetivas que el estandarizado modelo que tenemos simplemente no admite. La protección, educación, formación y cuidado de los más pequeños es un deber ineludible que debiera convocar a toda la sociedad y el Estado juega un rol primordial en promoverlo, en alianza con la sociedad civil organizada y la empresa privada.
Concluye el pasaje del evangelio de hoy con una invitación a “entrar en la Vida” y “en el Reino de Dios” (Mc. 9,43-47) deshaciéndonos de todo aquello que lo impida. Si interpretáramos literalmente la palabra, tal vez muchos andaríamos mancos, cojos o tuertos. Yendo al fondo, es un mensaje que invita a tomar medidas radicales cuando reconocemos algo que nos daña o daña a los demás. Y, en sentido positivo, se trata de elegir lo que nos lleva a la Vida: ampliando el horizonte del nosotros, podemos sin duda tomar mejores decisiones para Chile y su futuro, tanto en lo personal como en lo colectivo.


José Fco. Yuraszeck K., S.J.
Capellán General del Hogar de Cristo.

Cita del Evangelio: “El que no está contra nosotros está con nosotros” (Mc. 9, 40)

domingo, 2 de septiembre de 2018

Ritos vacíos


Que estas fiestas patrias nos permitan reconocernos como comunidad y sumar a todos a la celebración, incluyendo a los huérfanos, a las viudas y a los  migrantes que pisan nuestro suelo

Este primer domingo de septiembre nos alegramos porque “pasamos agosto” y nos disponemos a celebrar las fiestas patrias. Un tema que cruza las lecturas que se nos ofrecen hoy es el de la religiosidad verdadera, aquella que libera, levanta, nutre y nos hace salir de nosotros mismos para amar y servir. Ella se contrapone a la ritualidad vacía y tal vez pomposa, pero que no le da forma a la vida, sino más bien aliena, encierra o achata. Las lecturas nos invitan a considerar la rectitud del culto, esos momentos particulares del año, de la semana o del día en que nos recogemos o peregrinamos, y nos dejamos inspirar por la tradición, alabamos juntos al Señor e intentamos iluminar nuestras vidas con su Palabra.
En la primera lectura se presenta a Moisés que habla sobre los mandamientos, invitando al cuidado en su observancia y cumplimiento como garantía de vida y de realización de las promesas de tierra y prosperidad hechas desde antiguo (Dt 4, 1-2.6-8). La Voluntad de Dios suele demandar flexibilidad y docilidad, junto a la atención a lo que más recientemente se ha llamado los Signos de los tiempos. Siempre existe la posibilidad de la rigidez o del conservadurismo exagerado de las formas. El mismo Jesús (Mc. 7, 1-23) contrapone el culto que se realiza nada más con los labios, de la boca para afuera, a aquel que brota del corazón. Advierte Jesús de los ritos vacíos, exteriores y les enrostra a los fariseos su hipocresía. Para el apóstol Santiago la clave de la religiosidad auténtica se encuentra en la atención a los huérfanos y a las viudas, y a mantenerse incontaminado del mundo (Sant. 1, 17-27).
               Esta particular atención en el culto verdadero a los huérfanos y a las viudas como sujetos de cuidado, nos exhorta a preguntarnos quiénes son los huérfanos y viudas de hoy. En otros pasajes bíblicos también se añade al extranjero/migrante. La encuesta CASEN recientemente dada a conocer y otros instrumentos de caracterización social nos dan algunas pistas. En sintonía con el mandato bíblico, los grupos mayoritariamente afectados por dinámicas de exclusión en nuestro país hoy son, por lejos, los niños, niñas y adolescentes vulnerados y desprotegidos en sus derechos y también los adultos mayores, particularmente los que viven en situación de pobreza y dependencia.
Son muchísimas las organizaciones de la sociedad civil – tantas de inspiración cristiana - que promueven con ellos trayectorias de inclusión y participación; despliegue de capacidades y talentos; reinserción escolar; cuidado atento de adultos mayores dependientes y en condición de pobreza. ¡Pero son muchas más las necesidades no cubiertas! El Estado suele llegar lento y tarde, pero lo necesitamos como garante del bien común que ha de tener como prioridad a los distintos grupos marginalizados de la sociedad. Que estas fiestas patrias nos permitan reconocernos como comunidad y sumar a todos a la celebración, incluyendo a los huérfanos, a las viudas y a los  migrantes que pisan nuestro suelo.

José Fco. Yuraszeck Krebs, S.J.
Capellán General del Hogar de Cristo.

Cita del Evangelio: “Este pueblo me honra con los labios pero su corazón está lejos de mi” (Mc. 7, 7)