Que estas fiestas
patrias nos permitan reconocernos como comunidad y sumar a todos a la
celebración, incluyendo a los huérfanos, a las viudas y a los migrantes que pisan nuestro suelo
Este primer domingo de septiembre nos
alegramos porque “pasamos agosto” y nos disponemos a celebrar las fiestas
patrias. Un tema que cruza las lecturas que se nos ofrecen hoy es el de la
religiosidad verdadera, aquella que libera, levanta, nutre y nos hace salir de nosotros
mismos para amar y servir. Ella se contrapone a la ritualidad vacía y tal vez
pomposa, pero que no le da forma a la vida, sino más bien aliena, encierra o
achata. Las lecturas nos invitan a considerar la rectitud del culto, esos
momentos particulares del año, de la semana o del día en que nos recogemos o
peregrinamos, y nos dejamos inspirar por la tradición, alabamos juntos al Señor
e intentamos iluminar nuestras vidas con su Palabra.
En la primera lectura se presenta a Moisés
que habla sobre los mandamientos, invitando al cuidado en su observancia y
cumplimiento como garantía de vida y de realización de las promesas de tierra y
prosperidad hechas desde antiguo (Dt 4, 1-2.6-8). La Voluntad de Dios suele
demandar flexibilidad y docilidad, junto a la atención a lo que más
recientemente se ha llamado los Signos de los tiempos. Siempre existe la
posibilidad de la rigidez o del conservadurismo exagerado de las formas. El
mismo Jesús (Mc. 7, 1-23) contrapone el culto que se realiza nada más con los
labios, de la boca para afuera, a aquel que brota del corazón. Advierte Jesús de
los ritos vacíos, exteriores y les enrostra a los fariseos su hipocresía. Para
el apóstol Santiago la clave de la religiosidad auténtica se encuentra en la
atención a los huérfanos y a las viudas, y a mantenerse incontaminado del mundo
(Sant. 1, 17-27).
Esta particular atención
en el culto verdadero a los huérfanos y a las viudas como sujetos de cuidado,
nos exhorta a preguntarnos quiénes son los huérfanos y viudas de hoy. En otros
pasajes bíblicos también se añade al extranjero/migrante. La encuesta CASEN recientemente
dada a conocer y otros instrumentos de caracterización social nos dan algunas
pistas. En sintonía con el mandato bíblico, los grupos mayoritariamente
afectados por dinámicas de exclusión en nuestro país hoy son, por lejos, los
niños, niñas y adolescentes vulnerados y desprotegidos en sus derechos y
también los adultos mayores, particularmente los que viven en situación de
pobreza y dependencia.
Son muchísimas las organizaciones de la
sociedad civil – tantas de inspiración cristiana - que promueven con ellos trayectorias
de inclusión y participación; despliegue de capacidades y talentos; reinserción
escolar; cuidado atento de adultos mayores dependientes y en condición de
pobreza. ¡Pero son muchas más las necesidades no cubiertas! El Estado suele
llegar lento y tarde, pero lo necesitamos como garante del bien común que ha de
tener como prioridad a los distintos grupos marginalizados de la sociedad. Que
estas fiestas patrias nos permitan reconocernos como comunidad y sumar a todos
a la celebración, incluyendo a los huérfanos, a las viudas y a los migrantes que pisan nuestro suelo.
José Fco. Yuraszeck Krebs, S.J.
Capellán General del Hogar de Cristo.
Cita del Evangelio: “Este pueblo me honra con los labios pero su
corazón está lejos de mi” (Mc. 7, 7)
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