“¡Bendita tú entre las mujeres, y
bendito el fruto de tu vientre! (…) Bienaventurada la que ha creído, porque lo
que ha dicho el Señor se cumplirá” (Lc. 1, 39-45).
Dice Hannah Arendt que la
natalidad constituye una de las categorías centrales del pensamiento político.
Hacerle un lugar al niño que viene, proveerle de alimento y cuidado, darle un
nombre, una lengua, una historia, una cultura y enseñarle a caminar, prepararlo
en la escuela, formarlo para que sea constructor de la sociedad, instruirlo en
una profesión u oficio, acompañar su asombro, estar dispuesto a responder sus
preguntas incómodas o para las que no hay respuesta todavía, dejar que explore
nuevos rumbos y caminos, ¡todo ello tiene hondas implicancias sociales y
políticas!
“Para criar a un niño se
necesita a la tribu”, dice un proverbio africano. Con cada niño que nace se
crean responsabilidades y deberes ineludibles. ¿Con qué lo alimentaremos? ¿Qué
le enseñaremos? Y si los padres no pueden cuidarlo, ¿qué padrinos le
regalaremos? ¿O qué institución lo hará? En el imbricado y colaborativo ir y
venir de la sociedad, hay quienes tienen cómo proveerse de lo necesario para
vivir, otros muchos tantos, no. Es rol del Estado, garante del bien común,
promover condiciones sociales favorables para que cada niño que nace despliegue
libremente sus capacidades, anhelos y talentos. También rol ineludible de las
familias y de la sociedad civil organizada, que más ágil y atenta, acuda a las
causas que dignifican y exaltan al ser humano. Al concluir este año, en este
sentido, me parece podemos afirmar que estamos mejor que al comenzarlo. Por
mencionar cuatro pasos dados: avanza la nueva institucionalidad del Sename; al
Ministerio de Desarrollo Social se le ha añadido el cuidado y preocupación por
las familias; ya se ha promulgado y comienza su despliegue la ley de Inclusión
Laboral de personas con discapacidad; las mesas del mapa de la vulnerabilidad
están permitiendo asociar a distintos actores para dar respuestas integrales.
Cada nacimiento es señal de
un nuevo comienzo, posibilidad de nuevas esperanzas. La afirmación radical en
cada celebración del nacimiento de Jesús, es que Dios está con nosotros, nada puede
separarnos de su amor, y desde ahí somos invitados a la libertad de hijos e
hijas que son conscientes de tener una misión de fraternidad universal. Que en
la celebración del nacimiento de Jesús nos dispongamos a las cosas nuevas que
el mismo Dios que está con nosotros nos quiera mostrar. Que hagamos todo lo que
esté a nuestro alcance por hacerle un lugar en medio nuestro. Y que tal como María
e Isabel podamos acompañarnos y vivir en nuestras vidas la alegría de creer,
alegría que se transmite de generación en generación porque es una buena
noticia. ¡Muy Feliz Navidad!