Cenizas (Mc. 1, 12-15)
Como un rito que se
repite trágicamente año a año, hemos sido testigos hace algunas semanas de
enormes incendios que han provocado un daño mayor a miles de compatriotas, sus
cosas y sus casas. Lamentamos sentidamente la muerte de 132 personas, y nos
sumamos a la angustia de quienes aún no encuentran a sus seres queridos
desaparecidos. Se ha señalado que lo más probable es que muchos de ellos hayan
sido calcinados por las llamas, transformados en cenizas, lo que dificultaría
seriamente que podamos encontrarlos y reconocerlos para darles luego sepultura.
Casi al mismo
tiempo nos ha golpeado la trágica muerte del expresidente Sebastián Piñera. En
su inesperada muerte y la de quienes perdieron la vida en los incendios tocamos
una vez más la realidad de nuestra común fragilidad. “Volver a ser de repente,
tan frágil como un segundo; volver a sentir profundo, como un niño frente a
Dios”, cantaba Violeta Parra.
Así nos hemos
sentido estas últimas semanas.
Hace unos días
comenzó el tiempo de Cuaresma con el Miércoles de Cenizas. En la misa ese día
se impone la ceniza sobre la cabeza de los fieles, y junto a ello se pueden
decir dos frases: “Conviértete y cree en el Evangelio” o “Recuerda que eres
polvo y al polvo volverás”. Con la elocuencia de las tragedias de estas semanas
estas expresiones parecen hasta redundantes.
La Cuaresma, que se
extenderá por cinco semanas más, debiera ser, para quienes nos decimos
cristianos, un tiempo fuerte, de disposición interior y preparación para la
conmemoración del acontecimiento central de nuestra fe en la Semana Santa: la
Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús. En su Misterio Pascual, que incluye la
dinámica de la encarnación, se encierran verdades de salvación que es bueno
recordar año a año, porque por distintas razones se nos pueden olvidar o hacer
poco significativas para la vida. Son verdades que para que sean eficaces en
nuestras vidas han de ser, precisamente, vividas.
La muerte, el
sufrimiento, el dolor, desde la perspectiva cristiana, no tienen la última
palabra. La vida, la esperanza y la alegría, se ofrecen como antídoto en medio
de las realidades transitorias y tantas veces trágicas de este mundo. Estas
tienen como parientes cercanas a la solidaridad, el tender una mano al que
sufre o tiene alguna necesidad, el promover y cuidar el bien común; y a la
resiliencia, el ponernos de pie personal y comunitariamente cuando caemos. La
invitación a la conversión que nos hace Jesús, o sea, el reconocer el camino o
los pasos errados que llevábamos y volver al camino del bien, de creer en la
Buena Noticia, y el hecho de que Él haya sido tentado, tal como se nos cuenta
en el texto del Evangelio que proclamamos hoy, conecta dramáticamente con estas
notas existenciales de nuestra vida.
Hemos sido testigos
también, como tantas otras veces, de expresiones fecundas de fraternidad y
cariño hacia quienes están sufriendo con la pérdida de sus seres queridos. Ha
habido gestos más difundidos como el abrazo del presidente Gabriel Boric a
Cecilia Morel y su familia, y tantos otros anónimos en los cerros y quebradas
de la región de Valparaíso. Sigamos hermanándonos y conmoviéndonos con las
necesidades de quienes viven a nuestro alrededor, y procuremos aliviarlas con
esfuerzos de coordinación, colaboración, desprendimiento y entrega. Es lo que
intentamos hacer este viernes recién pasado con la campaña Juntos, Chile se
levanta, entre el Banco Estado y toda la banca privada, Anatel, Movidos x
Chile, Techo y el Hogar de Cristo, y muchas otras organizaciones, tanto
públicas como privadas, así como un grupo importante de artistas. Transformemos
estas tragedias en una oportunidad para renacer desde las cenizas, reconocernos
en nuestra frágil condición humana y hacer que nuestro país sea cada vez mejor.
Fragmento del Evangelio: “El tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios está cerca. Conviértanse y crean en la Buena Noticia” Mc. 1, 15
EVANGELIO
Fue tentado por Satanás y los ángeles
le servían.
+ Evangelio de nuestro Señor
Jesucristo según san Marcos 1, 12-15
El Espíritu llevó a Jesús al
desierto, donde fue tentado por Satanás durante cuarenta días. Vivía entre las
fieras, y los ángeles lo servían.
Después que Juan Bautista fue arrestado, Jesús se
dirigió a Galilea. Allí proclamaba la Buena Noticia de Dios, diciendo: “El
tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios está cerca. Conviértanse y crean en la
Buena Noticia”.