Permanecer (Jn. 6, 60-60)
Culmina este domingo el relato del Pan de Vida que forma parte del
capítulo sexto del Evangelio según San Juan, y que nos ha acompañado por las
últimas cuatro semanas. Jesús se ha identificado como el Pan que sacia para
siempre toda hambre. ¿Se refiere a la Eucaristía? Sí y a mucho más también.
Somos testigos en este momento del cuarto evangelio de una cierta
estampida. Jesús se empieza a quedar solo, lo que es de algún modo un anticipo
de su pasión y muerte en cruz, momento de soledad y abandono mayor. ¿Por qué lo
abandonan? El relato señala que es por la dureza de su enseñanza, por las
consecuencias que de ella emanan, y se subentiende que también por lo difícil
que resulta intentar seguir sus pasos. Por eso pregunta a los Doce
"¿También ustedes quieren irse?".
Lo sublime del mandamiento del amor a Dios y al prójimo, que es el
primero y más importante de los mandamientos en el decir del mismo Jesús,
supera la lógica de la ley y amplía el ámbito religioso al mundo entero. Más
allá de los estrechos límites del templo, y ni siquiera conectado con quienes
conocían y debían custodiar la ley: está a la mano para ser implementado por
todas las personas, impulsadas por el Espíritu que desborda todo cauce
institucional.
Escribía en 1924 Gabriela Mistral, en un texto titulado
"Cristianismo con Sentido Social", lo siguiente: "nuestro
cristianismo (...) se divorció de la cuestión social, la ha desdeñado, cuanto
menos, y ha tenido paralizado o muerto el sentido de la justicia, hasta que
este sentido nació en otros y les ha arrebatado a sus gentes". Algunos
años después, en su libro "¿Es Chile un país Católico?", el padre
Alberto Hurtado sacaba conclusiones similares. Y si bien la Mistral señalaba
que "no es la ayuda social la forma más alta de una religión", desde
la propuesta de fraternidad universal que brota del mensaje cristiano, que
comprende a toda persona como hija del mismo padre Dios, no se entiende la fe
sin un correlato en la vida cotidiana, construyendo comunidad y estando atentos
y solícitos ante las necesidades de los demás. Para el padre Hurtado los
grandes problemas materiales y morales que observa, "las miserias de
nuestro pueblo", son fruto de la falta de un cristianismo integral en
nuestra patria.
Lo que se constataba en la primera mitad del siglo pasado por Gabriela
Mistral y Alberto Hurtado, solo se ha agudizado. El cristianismo ambiental de
antaño parece haberse retirado para no volver, y sus enseñanzas y contenidos
principales no han logrado ser transmitidos a las siguientes generaciones.
¿Hemos pensado en mandarnos cambiar de la Iglesia?
Somos testigos de un proceso profundo no solo de secularización sino de
descristianización, al menos en lo que respecta a la esfera pública: urge una
reflexión y desde ahí una acción que haga atractivo el seguir a Jesús, por los
testigos que encarnen en su vida sus enseñanzas
La respuesta de Pedro a Jesús en el Evangelio de hoy es conmovedora
"¿Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna. Nosotros
hemos creído y sabemos que eres el Santo de Dios”. Pedro expresa de alguna
forma que existe una jerarquía en los apetitos y necesidades humanas, en los
que se entiende que la satisfacción de lo más básico para vivir es condición de
posibilidad para todo lo demás, incluido el cultivo de la interioridad y el
sentido de pertenencia a una comunidad. Anhelamos vida eterna solo cuando
tenemos satisfechas las necesidades básicas en la vida de todos los días, eso
que llamamos "el pan de cada día".
La invitación profunda que emana del evangelio es a permanecer:
permanecer en el amor de Jesús; permanecer en la comunidad, con otros, sea en
la forma que esta tenga; permanecer también en la fe que sostiene que Dios es
el creador del universo y mueve la historia y los corazones humanos en ella
para que acerquemos su reino de justicia y paz; permanecer en la fidelidad
cotidiana a las promesas que hicimos en el bautismo, hacer el bien, evitar el
mal, confiados en la misericordia y compasión infinitas de Dios que nos llama a
ser así también, misericordiosos y compasivos, con los demás.
Texto breve del Evangelio:
"Jesús preguntó entonces a los Doce: “¿También ustedes
quieren irse?” Simón Pedro le respondió: “Señor,
¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna. Nosotros hemos creído y
sabemos que eres el Santo de Dios”. Jn. 6, 68-69
EVANGELIO
¿A quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna.
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 6, 60-69
Después de escuchar la enseñanza de Jesús, muchos de sus discípulos
decían: “¡Es duro este lenguaje! ¿Quién puede escucharlo?”
Jesús, sabiendo lo que sus discípulos murmuraban, les dijo:
“¿Esto los escandaliza? ¿Qué pasará, entonces, cuando vean al Hijo del
hombre subir donde estaba antes?
El Espíritu es el que da Vida, la carne de nada sirve.
Las palabras que les dije son Espíritu y Vida.
Pero hay entre ustedes algunos que no creen”.
En efecto, Jesús sabía desde el primer momento quiénes eran los que no
creían y quién era el que lo iba a entregar.
Y agregó: “Por eso les he dicho que nadie puede venir a mí,
si el Padre no se lo concede”.
Desde ese momento, muchos de sus discípulos se alejaron de Él y dejaron
de acompañarlo.
Jesús preguntó entonces a los Doce: “¿También ustedes
quieren irse?”
Simón Pedro le respondió: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes
palabras de Vida eterna. Nosotros hemos creído y sabemos que eres el Santo de
Dios”.