Comienza con ese anuncio, y con la respuesta
generosa y libre de María, un peregrinar salvífico en el tiempo que marca un
antes y un después en la historia. María irá luego a visitar a su pariente
Isabel, también embarazada, y con su esposo José, unos meses después, irán de
camino a Belén, donde le llegará el tiempo de dar a luz.
En torno a este día, el 8 de diciembre, cientos de
miles de peregrinos emprenderán rumbo hacia distintos santuarios, para recordar
a María, a quien reconocemos no solo como madre de Jesús, sino también de toda
la Iglesia. Con los más variados motivos, casi tantos como personas, algunos
irán para pagar una manda, otros para agradecer por el año que empieza a
terminar o por algún favor concedido, otros sencillamente por deporte,
aprovechando el cierre de las carreteras: esta fiesta desborda los cauces
institucionales de la Iglesia en una expresión de fe popular que se transmite
de generación en generación.
Mientras esto ocurre, en Roma, será creado cardenal
don Fernando Chomalí, arzobispo de Santiago, junto a otros 20 obispos. Es una
buena noticia que en la Iglesia en Chile contemos con el liderazgo convocante y
renovado de nuestros pastores. Sin embargo, en sintonía con la propuesta de
sinodalidad que ha hecho el papa Francisco, no podemos esperar que la
renovación necesaria en la Iglesia venga tan solo de ellos. Cada uno de los
bautizados ha de asumir, en su específico ámbito de acción, una responsabilidad
en el peregrinar de la comunidad toda.
Me parece esta una buena ocasión para motivarnos,
todos quienes en Chile nos decimos creyentes, y en particular a quienes
participamos en la Iglesia Católica, a renovar nuestro compromiso de fe. Se
acerca la celebración de la Navidad: cuidemos en ella su sentido profundo de
conmemorar el nacimiento de Jesús. Ese mismo día comienza el Jubileo del año
2025, convocado para retomar el peregrinar, físico y espiritual. Con la consigna
“la esperanza no defrauda” puede ser una ocasión privilegiada para que aquellos
que por distintas razones se han alejado de la comunidad, vuelvan.
¿A qué se nos invita durante el jubileo? Tomo
algunas notas de la convocatoria: a ser activos constructores de la paz en el
mundo, inundado de guerras; a tener una visión de la vida llena de entusiasmo
para compartir con los demás; a ser signos tangibles de esperanza para tantos
hermanos y hermanas que viven en condiciones de penuria, quienes están en las
cárceles, los enfermos, hacia los migrantes, los jóvenes, los ancianos, los
pobres. Les invito a leer la bula que
convoca al jubileo – la encuentran fácilmente buscando en internet - y a
dejarse interpelar por sus invitaciones.
Casi al final de la bula el papa Francisco dice, “la esperanza encuentra en la Madre de Dios su
testimonio más alto. En ella vemos que la esperanza no es un fútil optimismo,
sino un don de gracia en el realismo de la vida”. En este día de fiesta en que tantos
peregrinamos hacia María, dejémonos inundar por esa esperanza del que se sabe
de camino hacia un futuro cada vez mejor.
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