En el campanario con Flavio |
Muchos de los habitantes de Monzambano trabajan en el mismo paese. Otros tantos en labores agrícolas en las tierras circundantes. Y un buen poco trabaja en ciudades cercanas, Verona, Peschiera del Garda, Brescia, pero no se demoran más de 30 a 45 minutos en llegar a sus lugares de trabajo. Para llegar allá se mueven en automóvil o bien en el eficaz sistema público de transporte que incluye buses y trenes, que desde la cercana estación Peschiera del Garda los conecta a la red ferroviaria italiana.
Me ha sorprendido cómo repartidos por Italia hay muchos de estos paese. Limitados en su expansión territorial, supongo que por algún tipo de legislación, se vive propiamente a escala humana. Todos los vecinos se conocen. Los niños van al único jardín infantil y escuela disponible. En el caso de Monzambano, hay distintas asociaciones y muchas de ellas funcionan al alero del Oratorio de la parroquia San Miguel Arcángel. La parroquia misma tiene una actividad sorprendente, incluyendo actividades propiamente religiosas (catequesis, distintos grupos y comunidades, talleres, coro, etc.) y otras de distinta naturaleza (deportes, cultural-musical, ecología...).
El templo de la parroquia San Miguel Arcángel de Monzambano |
Un cuento aparte, vivir de la caridad.
En Olfino con las hermanas franciscanas, Fra Felice, don Antonio y don Luigi |
A pocos kilómetros de Monzambano se encuentra Olfino, un caserío donde hace un buen rato hay una capilla. Hace algunos años llegó a vivir ahí un grupo de hermanas franciscanas, convocadas por iniciativa del párroco. Antes de que llegaran, él reunió al Consejo Parroquial para saber si es que estarían todos dispuestos a hacerse cargo de ellas, ya que su regla les impone vivir de la caridad. ¿De la caridad?, se preguntaron todos. Mmmm... ¿Resultará? A pesar de las dudas iniciales y de no saber cómo proceder, tras algunos años los integrantes de la comunidad parroquial están felices con las hermanas: ellas se dedican a visitar a ancianos y enfermos, a la instrucción y catequesis de los niños, a la animación de la comunidad de Olfino, a la oración. Y los miembros de la comunidad de cuando en cuando las van a ver y les preguntan: ¿Necesitan algo hermanas? Hasta ahora no les ha faltado nada, y son como un faro de misericordia y caridad que irradia mucho más allá de los límites de la parroquia.
Esta experiencia en un paese italiano me ha dejado pensando acerca de las grandes ciudades y la dificultad que encontramos en ellas para vivir realmente a escala humana. Algo así he visto que se ha podido lograr en algunos barrios específicos y los beneficios para la calidad de vida de todos los habitantes son evidentes. ¿Cómo ayudar a hacer extensiva esa escala humana a todos los rincones de nuestras grandes ciudades?
En fin. Deleite su vista con este video de Monzambano desde lo alto (si no aparece el video, haga click aquí)
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