domingo, 29 de diciembre de 2024

Crecer

             Al comenzar estas letras les deseo hayan pasado una muy feliz Navidad junto a sus familias y seres queridos. Este domingo seguimos dentro de la octava de Navidad, celebrando la fiesta de la Sagrada Familia de Jesús, María y José. El texto del Evangelio nos muestra uno de los misterios gozosos de la vida de Jesús: cuando al cumplir 12 años –hito que marcaba entonces el fin de la niñez– va con sus padres a la acostumbrada peregrinación a Jerusalén, se pierde de ellos, y tres días después lo hallan enseñando en el templo.

Es este un relato lleno de símbolos que prefiguran de alguna manera toda la vida de Jesús que se propone contar el evangelista: atado a sus padres y dependiente de ellos durante la niñez, se sabe amado de su Padre Dios –así nos enseñará a llamarlo– y se dispone a hacer su voluntad. Esto lo llevará algunos años después a dejar su casa, su tierra, su familia, el oficio que aprendió de José, para vivir anunciando y haciendo presente el reino de Dios; los tres días que sus padres lo buscan, pensando tal vez que le ha ocurrido alguna desgracia, anticipan los tres días entre su muerte y resurrección; quienes debieran ser instructores por su calidad de doctores de la ley, son enseñados por quien reconocemos como la mismísima Palabra de Dios hecha carne e historia.

Este acontecimiento es, además, un espejo de lo que toda persona debe hacer para crecer: desprenderse de quienes han sido sus progenitores para asumir con la mayor libertad posible, y considerando lo que le han transmitido y enseñado, cuál es la misión particular que tiene en esta vida. La llamada universal a la santidad, a la unión con Dios creador para participar precisamente de la tarea cocreadora, puede tomar tantas formas como personas somos. Al ir creciendo, vamos eligiendo entre las posibilidades que se nos ofrecen, con los sentidos abiertos a lo que ocurre alrededor en nuestras distintas comunidades de pertenencia, y a las resonancias que ello provoca en nuestro interior.

Esta historia y la vida de Jesús puede llevarnos también a una reflexión sobre el modo como estamos tratando en nuestro país a quienes apenas han llegado al mundo y debiéramos ayudar a crecer. Para empezar, cada vez son menos quienes nacen. Somos el país de la OCDE que ha sufrido el mayor descenso de la tasa de natalidad en los últimos años. Entre que “está muy caro el kilo de guagua”, como le escuché decir a una persona que había decidido no tener hijos, a otras consideraciones ideológicas o de descontento con el mundo actual que llevan a esa misma decisión. Pero entre quienes nacen, hay quienes no tienen la suerte de contar con una familia que –por las razones que sea–  les cuide y crie. Aún no contamos con una institucionalidad que posibilite la existencia de sala cuna universal. Muchos niños sufren violencia, y subsiste una crisis mayor en el sistema de protección (ex Mejor Niñez, ex SENAME). Además, somos testigos del desinterés generalizado por la realidad dolorosa de quienes sufren rezago escolar y a la larga abandonan el sistema. ¿Qué futuro les espera?

Ojalá que en este 2025 que ya comienza dentro de poco –año de elecciones presidenciales y parlamentarias– se puedan discutir con altura de miras los incentivos, políticas e instituciones, que favorezcan que todos en Chile, partiendo por los más pequeños entre nosotros, puedan crecer.

 

Fragmento del evangelio: “Los padres de Jesús iban todos los años a Jerusalén en la fiesta de la Pascua. Cuando el niño cumplió doce años, subieron como de costumbre” (Lc. 2, 41)

 

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas  2,41-52

Los padres de Jesús iban todos los años a Jerusalén en la fiesta de la Pascua. Cuando el niño cumplió doce años, subieron como de costumbre, y acabada la fiesta, María y José regresaron, pero Jesús permaneció en Jerusalén sin que ellos se dieran cuenta. Creyendo que estaba en la caravana, caminaron todo un día y después comenzaron a buscarlo entre los parientes y conocidos. Como no lo encontraron, volvieron a Jerusalén en busca de Él.

Al tercer día, lo hallaron en el Templo en medio de los doctores de la Ley, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Y todos los que lo oían estaban asombrados de su inteligencia y sus respuestas.

Al verlo, sus padres quedaron maravillados y su madre le dijo:

Hijo mío, ¿por qué nos has hecho esto? Piensa que tu padre y yo te buscábamos angustiados”.

Jesús les respondió: “¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que Yo debo ocuparme de los asuntos de mi Padre?” Ellos no entendieron lo que les decía.



sábado, 28 de diciembre de 2024

80 avances para reducir la pobreza

Con motivo de los 80 años del Hogar de Cristo, editamos este libro con 80 avances para reducir la pobreza en Chile. Les dejo acá la introducción a la segunda década, que he tenido el privilegio de escribir. Al final, más abajo, pueden ver una nota con la noticia de su lanzamiento, también descargar el libro en pdf o bien encargar el libro físico a domicilio. 

1954-1963: EXPLOSIÓN URBANA, FRAGMENTACIÓN Y AIRES REVOLUCIONARIOS. José Francisco Yuraszeck Krebs, S.J.

El Hogar de Cristo surge, lo indica bien su nombre, con el propósito de ofrecer un lugar para vivir y desarrollarse a las personas más pobres, a quienes el padre Hurtado identificaba místicamente con Cristo “que vaga por las calles”. La segunda década de existencia de la fundación, cuando él ya no está humanamente presente en el mundo – murió en agosto de 1952 – encuentra al país en medio del segundo gobierno de Carlos Ibáñez del Campo. El ex general llegó al poder por segunda vez, usando como símbolo una escoba, para barrer con la corrupción política y de los partidos. Ibáñez asume en 1952, siendo elegido con la participación, por primera vez en elecciones presidenciales, de las mujeres.

La migración desde el campo y desde las salitreras del norte a la ciudad, y el aumento progresivo de la esperanza de vida y la disminución de la mortalidad infantil, que van de la mano de políticas públicas de salud que mejoran las atenciones ofrecidas a toda la población, hacen que Santiago y otras ciudades amplíen aceleradamente su población y territorio, sin el suficiente tiempo para que se logren urbanizar y ofrecer servicios públicos. Con el fin de ofrecer un impulso público a la construcción de viviendas y al mejoramiento urbano se crea la Corporación de la Vivienda (CORVI), con su Plan Nacional de la Vivienda, que incluyó por primera vez programas oficiales de “autoconstrucción y ayuda mutua”.

La fisonomía de los barrios populares de nuestras ciudades hasta el día de hoy está marcada por este tipo de programas, que promovieron la organización y colaboración comunitaria, ampliando las posibilidades de acceder en un tiempo razonable a un espacio propio. Se crean también en estos años algunas empresas públicas: ENAP, CAP, IANSA y el Banco del Estado.

Precisamente donde hoy está el Santuario del Padre Hurtado, se crea en julio de 1958 el Departamento de Obras y Viviendas Populares del Hogar de Cristo, para atender la precariedad habitacional en las llamadas “poblaciones callampa”. Es el caso emblemático de “La Victoria”, que surge en la llamada “Chacra de la Feria”, el 30 de octubre de 1957. Las tomas de terrenos ocurren de noche y convocan a miles de familias: el lema acuñado por algunas de las organizaciones es “trabajar sin transar, sin descansar, hasta la casa conquistar”. En medio de ese panorama, llega a Chile desde Bélgica el jesuita Josse Van der Rest que al poco andar industrializará la construcción de viviendas. Hasta hoy se le reconoce como el “padre de las mediaguas”. Esta iniciativa subsiste en la Fundación Vivienda, integrada desde 2020 con fundación TECHO.

Ibáñez, el “general de la esperanza”, tiene que enfrentar una inflación alta desde 1955. Las medidas para frenarla terminan en huelgas estudiantiles y de trabajadores. En 1957 hubo que lamentar una veintena de muertos en esas protestas.  A la cabeza de la Central Unitaria de Trabajadores y de este movimiento estaba Clotario Blest.

En 1958, asume la presidencia Jorge Alessandri con la consigna de una “gerencia para Chile”. Superar el subdesarrollo requería, en su entender, una buena administración del Estado, al estilo del sector privado. Su gobierno mantuvo el impulso a la construcción de viviendas a través de la CORVI, y avanza en un Plan Habitacional que es conocido por su definición de “Vivienda económica” y por el DFL2. A Alessandri le tocó enfrentar, en mayo de 1960, el más grande terremoto y maremoto del que se tenga registro, con epicentro en Valdivia.

En varias ciudades hay un plan de erradicaciones masivas, que en la Región Metropolitana crea nuevas poblaciones, como la San Gregorio, la José María Caro y Lo Valledor Norte y Sur. La Cámara Chilena de la Construcción, creada en 1951, tiene gran influencia en los ajustes a la política habitacional. Es en este tiempo que se comenzó a hablar de “pobladores”, comienza a articularse de distintas formas el movimiento de “los sin casa”, con apoyos tanto desde los partidos políticos como de la iglesia católica.

Para hacer frente a los movimientos revolucionarios que pretendían expandir la experiencia cubana, Alessandri se hizo parte de la Alianza para el Progreso, promovida por el gobierno de los Estados Unidos de América, que incluía entre otras cosas la modernización de la agricultura, planes de promoción del campesinado, proyectos masivos de construcción de viviendas y programas para eliminar con el analfabetismo (800.000 mil personas no sabían ni leer ni escribir entonces).

Esta fue una década de creciente efervescencia política: en varios partidos hubo desgajes y transformaciones profundas, provocando fragmentación y dificultades serias para llegar a acuerdos en el congreso.

Un hito que vale la pena recordar también es la realización, en 1962, del mundial de Fútbol Masculino de la FIFA, en que la selección chilena sacó un inédito tercer lugar. A la base de esa selección está el “Ballet Azul” que ganó desde 1959 varias veces el campeonato nacional y se enfrentó en 1963 al Santos de Pelé, también con una victoria inédita: la U ganó por 4 goles a 3.  

Mirando en perspectiva estos años, sorprenden algunas similitudes con dinámicas que observamos también hoy, en particular en lo que se refiere al déficit habitacional y al aumento exponencial de los campamentos. Aprendamos de la historia para organizarnos de mejor manera y enfrentar en conjunto los desafíos que tenemos, promoviendo el bien común y en particular de los más pobres entre nosotros.

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domingo, 8 de diciembre de 2024

Peregrinar

         Hoy es el Segundo Domingo de Adviento y también el día en que celebramos la solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Virgen María. En este tiempo de preparación al Nacimiento de Jesús, es justo y necesario recordar a su mamá. En la liturgia del día de hoy se nos recuerda precisamente el momento de la anunciación del Ángel a María en Nazaret.

Comienza con ese anuncio, y con la respuesta generosa y libre de María, un peregrinar salvífico en el tiempo que marca un antes y un después en la historia. María irá luego a visitar a su pariente Isabel, también embarazada, y con su esposo José, unos meses después, irán de camino a Belén, donde le llegará el tiempo de dar a luz.

En torno a este día, el 8 de diciembre, cientos de miles de peregrinos emprenderán rumbo hacia distintos santuarios, para recordar a María, a quien reconocemos no solo como madre de Jesús, sino también de toda la Iglesia. Con los más variados motivos, casi tantos como personas, algunos irán para pagar una manda, otros para agradecer por el año que empieza a terminar o por algún favor concedido, otros sencillamente por deporte, aprovechando el cierre de las carreteras: esta fiesta desborda los cauces institucionales de la Iglesia en una expresión de fe popular que se transmite de generación en generación.

Mientras esto ocurre, en Roma, será creado cardenal don Fernando Chomalí, arzobispo de Santiago, junto a otros 20 obispos. Es una buena noticia que en la Iglesia en Chile contemos con el liderazgo convocante y renovado de nuestros pastores. Sin embargo, en sintonía con la propuesta de sinodalidad que ha hecho el papa Francisco, no podemos esperar que la renovación necesaria en la Iglesia venga tan solo de ellos. Cada uno de los bautizados ha de asumir, en su específico ámbito de acción, una responsabilidad en el peregrinar de la comunidad toda.

Me parece esta una buena ocasión para motivarnos, todos quienes en Chile nos decimos creyentes, y en particular a quienes participamos en la Iglesia Católica, a renovar nuestro compromiso de fe. Se acerca la celebración de la Navidad: cuidemos en ella su sentido profundo de conmemorar el nacimiento de Jesús. Ese mismo día comienza el Jubileo del año 2025, convocado para retomar el peregrinar, físico y espiritual. Con la consigna “la esperanza no defrauda” puede ser una ocasión privilegiada para que aquellos que por distintas razones se han alejado de la comunidad, vuelvan.

¿A qué se nos invita durante el jubileo? Tomo algunas notas de la convocatoria: a ser activos constructores de la paz en el mundo, inundado de guerras; a tener una visión de la vida llena de entusiasmo para compartir con los demás; a ser signos tangibles de esperanza para tantos hermanos y hermanas que viven en condiciones de penuria, quienes están en las cárceles, los enfermos, hacia los migrantes, los jóvenes, los ancianos, los pobres.  Les invito a leer la bula que convoca al jubileo – la encuentran fácilmente buscando en internet - y a dejarse interpelar por sus invitaciones.

Casi al final de la bula el papa Francisco dice, “la esperanza encuentra en la Madre de Dios su testimonio más alto. En ella vemos que la esperanza no es un fútil optimismo, sino un don de gracia en el realismo de la vida”. En este día de fiesta en que tantos peregrinamos hacia María, dejémonos inundar por esa esperanza del que se sabe de camino hacia un futuro cada vez mejor.

 Fragmento del evangelio: “No hay nada imposible para Dios” (Lc. 1, 37)

domingo, 17 de noviembre de 2024

Perspectivas

Estamos terminando el año litúrgico y, como es habitual en estas fechas, los textos de la Sagrada Escritura tienen un tono apocalíptico, de ubicarnos en perspectiva de los últimos tiempos que aparentemente ya se acercan. Es una invitación a ubicarnos como creaturas finitas, como cuando alguien sabe que le queda - quizás - poco tiempo de vida, ¿qué prioriza?

Hace bien considerar esta perspectiva. Me recuerda una de las propuestas de san Ignacio de Loyola en los Ejercicios Espirituales, para tomar decisiones: cuando estemos entrampados ante una disyuntiva, detengámonos a meditar un momento y hagamos el ejercicio de mirar nuestra vida desde el último instante de ella, y preguntémonos, con la vista hacia el pasado ¿qué me hubiera gustado decidir en ese momento particular? Levantar la mirada al más allá de nuestro presente puede ser una ayuda para destrabar inmovilismos.

Hace algunas semanas fue dado a conocer el libro “1944-2024 80 avances para reducir la pobreza” con motivo de los 80 años del Hogar de Cristo. El libro va, década por década, mostrando distintas facetas de nuestra historia contemporánea, destacando hitos significativos, personajes relevantes, avances institucionales, coyunturas externas que nos han afectado, cruzadas solidarias emprendidas ante calamidades, etc. Ayuda a levantar la cabeza más allá del presente, ubicando la coyuntura en perspectiva y al mismo tiempo señalándonos pistas de por dónde debiéramos seguir en adelante.

¿Y si hiciéramos el Ejercicio sugerido por san Ignacio desde las coyunturas del presente? ¿Y si proyectáramos los siguientes 80 años de Chile? ¿Qué urgencias debiéramos atender colectivamente hoy para mejorar nuestras perspectivas futuras? Me atrevo a enumerar algunas,  Ud. podrá completar la lista desde su propio punto de vista y experiencia.

Urge recuperar el diálogo y la confianza cívica, particularmente entre los políticos de distintos colores, poniendo al centro a las personas y sus necesidades. Aparentemente hay cierto consenso respecto de una reforma al sistema político que contribuya a juntar fuerzas. ¿Qué estamos esperando?

En lo que se refiere a políticas públicas, me parece de suma importancia retomar la buena práctica de la focalización en determinados grupos de la población. ¿Algunos en particular? Primera infancia y su atención total en salas cunas y jardines infantiles. Personas mayores con creciente nivel de dependencia, sufren mucha soledad y abandono, tienen pensiones que no les alcanzan para vivir. Personas en situación de calle y su plena inserción en la sociedad, con programas como vivienda primero. Quienes están expulsados del sistema escolar y se suman desde temprana edad al baile de los que sobran, con pocas perspectivas de futuro, y precaria formación para el trabajo. ¡Si no los atendemos preferencialmente estamos poniendo en grave riesgo nuestro futuro colectivo!

Por otra parte sorprende como ha bajado sustantivamente la natalidad en Chile, estamos envejeciendo a un ritmo muy acelerado. Se hace fundamental promover, de distintas maneras, el cuidado de las familias, tengan la forma que tengan. Son el núcleo fundamental que nos sostiene como personas, que favorece el crecimiento y la formación. Acá hay mucho por hacer.

Si hace 80 años uno de los grandes problemas era la desnutrición y alta mortalidad infantil, hoy uno de los mayores problemas es la obesidad y el sedentarismo, que trae muchísimos males asociados. Si queremos mejorar las perspectivas futuras, debiéramos promover la actividad física y cambiar decididamente nuestros hábitos de vida.

Confío en que sabremos buscar – con la ayuda de Dios - las maneras de atender estas urgencias, antes que sea demasiado tarde. ¡Tengan un buen domingo!

domingo, 27 de octubre de 2024

Que podamos ver

El relato que se nos ofrece hoy en la liturgia –el de la curación del ciego de Jericó– es uno de los episodios de los evangelios que más me gusta. Ofrece una especie de catequesis sobre cómo debiera ser toda relación de ayuda – todos la necesitaremos alguna vez y estamos invitados a ofrecerla en todo momento - que promueve la autonomía de las personas.

San Marcos nos regala acá una imagen de Jesús atento a las necesidades de quienes están a su alrededor, especialmente de quien está a un costado del camino. Sus discípulos quieren seguir de largo. En cambio Él se detiene, escucha, acoge. Quien estaba sentado se pone de pie de un salto al sentir su llamada.

Al mismo tiempo Jesús valora la libertad, la autonomía, la propia capacidad de agencia de quien tiene por delante: no pasa a llevar al ciego ni le impone lo que piensa que es mejor. "¿Qué quieres que haga por ti?", le pregunta.

Y por último, afirma que la fuerza de la propia sanación del ciego viene de sí mismo: "¡Tu fe te ha salvado!", le dice.

¿Qué necesitamos ver hoy? Tenemos ciertas cegueras, y es bueno partir por reconocerlas. Nos nublan los ojos los inmediatismos, el estar tan atentos al día a día, esclavos de los “likes” en sus distintas formas. Nos  mantiene ocupados, algo embobados y hasta entretenidos el escándalo de la semana – el guionista de esta serie llamada Chile ha estado bien creativo en los últimos episodios de esta temporada - que puede hacernos olvidar la profundidad del daño causado, y también dejar en el olvido el escándalo de la semana anterior, impidiendo tal vez considerar procesos más profundos de reparación o de transformación de nuestras personas e instituciones.

Por otra parte es bien notable como puede cegarnos también la ideología, todo aquello que nos impide mirar con verdad lo que pasa, y llamar las cosas por su nombre. Cambia el paisaje según el lado de la vereda en que estemos parados. ¿Qué otras preocupaciones ciegan nuestros sentidos? El incremento de la delincuencia y el crimen organizado que genera una sensación creciente de inseguridad y un profundo miedo que limita nuestra capacidad de ver; también la cada vez más desplegada frivolidad y el oportunismo político, o la soltura para tratar de vaga y estúpida a quien sea la parte  contendora o de inestable y desquiciado al oponente, son también otros de los fenómenos que explican algunas de las cegueras bien  extendidas de nuestros tiempos. La tendencia individualista que se percibe por doquier puede favorecer que no veamos más allá de nuestro propio interés, descuidando por tanto el bien común.

La pobreza en nuestro país ha ido disminuyendo en las últimas décadas a niveles que perfectamente pueden hacernos pensar que es posible superarla totalmente, aunque esto implique desafíos enormes, por su mayor complejidad, por la tendencia a invisibilizarla, pero también porque los buenos resultados se explican en gran parte por las transferencias directas del Estado, que no provocan autonomía. La pobreza hoy se vive puertas adentro, en rostro de personas mayores o con algún tipo de discapacidad, requeridas de apoyo y cuidado, pero que muchas veces viven en profunda soledad. Es la realidad también oculta de los campamentos, atestados de familias de migrantes, o de los cientos de miles de niños y jóvenes expulsados del sistema escolar. Pareciera que los demás no los queremos ver.

Así y todo, en medio de los fragores cotidianos, tenemos razones para estar esperanzados, ¡pues estamos vivos! Pidamos juntos la gracia de poder ver, y para ello es necesario esforzarnos por establecer vínculos y conversaciones que nos hagan ponernos de pie, encontrarnos unos con otros, reconocer y valorar los distintos puntos de vista, enriquecer así la propia mirada, y por supuesto, sin descuidar a nadie al borde del camino, a ejemplo de Jesús.

domingo, 6 de octubre de 2024

Enseñar siempre

              Ya despuntada la primavera, estamos en nuestro país a pocas semanas de la elección para autoridades locales, en municipios y gobiernos regionales. Como suele suceder en estos tiempos, el fragor del debate no siempre se centra en las propuestas de cada candidatura para cuidar el bien común y a los más pobres entre nosotros: abundan de lado y lado las descalificaciones, el sacarse “los trapitos al sol”.

              El texto del evangelio que proclamamos hoy tiene tres partes: la primera en que a Jesús en público algunos fariseos quieren ponerlo a prueba con una pregunta respecto de la licitud del divorcio. En el relato, Él mismo contrapone la ley de Moisés, que lo autoriza, con la apelación a los primeros tiempos, esos del Jardín del Edén “en el principio de la creación”, en que no había motivos para siquiera pensar en una separación entre quienes Dios había unido. La segunda parte es una conversación más íntima con sus discípulos. Finalmente la última parte nos muestra a Jesús acogiendo a unos niños, acercándose a ellos, y poniéndolos como ejemplo: “el Reino de los Cielos pertenece a los que son como ellos”.

Se vislumbra acá una tensión, que vivimos también en nuestros tiempos, entre la licitud de un acto de acuerdo a una ley o tradición, el cuidado del espíritu de esa ley, y lo que buenamente podemos hacer en un momento particular de nuestra historia. Saber discernir y decidir en cada momento, en base a principios y al soplo del Espíritu, es un don que podemos pedir como gracia.

Hoy enfrentamos a diario el conflicto entre lo ético y lo lícito. Se confunde fácilmente lo que está bien con lo que conviene. Los casos que por estos días copan los titulares, en variados frentes, nos lo recuerdan. Nos está costando en Chile encontrar “faroles éticos”; cunden las explicaciones lícitas, apegadas al resquicio que ofrece la ley y no a lo que es correcto.

Estamos a algunas semanas de que se cumplan 80 años de la fundación del Hogar de Cristo por el Padre Hurtado. Y el próximo año se cumplirán 80 años del Nobel de Literatura a Gabriela Mistral. Recuperemos algo de estas dos figuras que se adelantaron a su tiempo y nos mostraron caminos de profunda humanidad, particularmente con foco en la educación y la formación de la juventud. Decía Gabriela: “Enseñar siempre: en el patio y en la calle como en la sala de clases. Enseñar con la actitud, el gesto, la palabra”. ¡Esto debiera caracterizar a quienes aspiren a conducir los destinos de una comunidad!

Cuidemos nuestras instituciones, que requieren renovación y también fortalecimiento. Cuando fallan las instituciones, tiende a imponerse la ley del más fuerte, del más violento, del que tiene un pituto. Y puede cundir el descontrol y el caos. A la larga suelen salir más dañados los mismos de siempre, los más vulnerables.

domingo, 15 de septiembre de 2024

Identidad

               A pocos días de celebrar las fiestas patrias es pertinente reflexionar sobre nuestra identidad. ¿Qué es lo que nos hace ser lo que somos? ¿Nuestra historia, con sus alegrías y dolores? ¿El himno, la bandera, los volantines? ¿Las empanadas, la chicha, la cueca? ¿La creciente corrupción, la sensación de inseguridad, la persistente desigualdad?

Tengo la impresión de que se ha ido enriqueciendo y complejizando nuestra identidad, y valoramos, o al menos reconocemos, cada vez más la diversidad. La inusitada rapidez de la migración forzada de cientos de miles de personas provenientes de Venezuela, Colombia, antes de Haití, más antes de Perú, han enriquecido nuestra sociedad con variadas expresiones, modos de habitar el mundo, cultura religiosa y culinaria. Y por contraste o diferencia, nos ha hecho reconocer y valorar la también diversa identidad chilena, particularmente en relación con nuestros pueblos originarios. No cabe duda que estamos en tiempos de identidades difusas, cada vez más abiertos al mundo entero que nos entra por todos lados.

En el texto del evangelio según san Marcos que proclamamos hoy, la pregunta de Jesús a sus discípulos, primero respecto de lo “que dice la gente” y luego acerca de “quien dicen ellos” que es, refiere –precisamente– a su identidad. Las respuestas que ellos le dan conectan en primer lugar con el pasado, la identidad histórica de su pueblo –apelando a la figura admirada de los profetas, Elías, o Juan Bautista– y luego, ante la pregunta que busca una implicación personal, conectan con las esperanzas, también identitarias, de la comunidad a la que pertenecen: “Tú eres el Mesías”, es decir, el ungido, el rey que estaban esperando, para ser congregados y conducidos por el camino de la paz.

La segunda parte de este relato nos abre al futuro y en particular a la oposición que se vislumbra generará el modo particular de ser Mesías de Jesús: lo llevará a ser condenado a la muerte de cruz tras lo cual será resucitado. Sabemos que –al igual que todos los Evangelios– esto ha sido escrito después de que sucedieron los hechos que anticipa. Pedro, el mismo que ha declarado con vehemencia la identidad redentora de Jesús, quiere interponerse en este segundo momento en su camino, ante el anuncio del conflicto que se desarrollará en Jerusalén con quienes detentan la autoridad religiosa tradicional.

Este relato nos introduce en un aspecto central del modo de ser Mesías de Jesús, eso que llamamos el misterio pascual de su pasión, muerte y resurrección, y que se manifiesta en cada momento de una vida entregada libremente por amor. En una de sus páginas más notables el Concilio Vaticano II expresó solemnemente en la Constitución Gaudium et Spes que “el Espíritu Santo ofrece a todos la posibilidad de que, en la forma de sólo Dios conocida, se asocien a este misterio pascual” (GS22). O sea, que lo más propio del Espíritu es “soplar donde quiere”, desbordando los estrechos cauces institucionales.

La exhortación final de Jesús acentúa el valor del seguimiento asociado a entregar la vida libremente por la Buena Noticia, no guardarse. ¿Cuál es esa Buena Noticia? Que hay más alegría en dar que en recibir, en amar que en ser amado. La identidad más propia del cristiano y de toda persona de buena voluntad impulsada por el Espíritu, se fragua en la entrega generosa por amor, construyendo familia y comunidad, velando por el bien común, atendiendo preferentemente a los más pobres entre nosotros, como Jesús hizo en su tiempo. Y al mismo tiempo, y como consecuencia de ello, enfrentando el conflicto y la oposición que se pueda suscitar, como le ocurrió también a Jesús.

Pasemos unas felices fiestas patrias, valorando la diversidad que nos constituye, y todo esfuerzo por hacer que Chile y la Iglesia sea cada vez mejor, venga de donde venga. 

domingo, 25 de agosto de 2024

Permanecer

 Permanecer (Jn. 6, 60-60)

Culmina este domingo el relato del Pan de Vida que forma parte del capítulo sexto del Evangelio según San Juan, y que nos ha acompañado por las últimas cuatro semanas. Jesús se ha identificado como el Pan que sacia para siempre toda hambre. ¿Se refiere a la Eucaristía? Sí y a mucho más también.

Somos testigos en este momento del cuarto evangelio de una cierta estampida. Jesús se empieza a quedar solo, lo que es de algún modo un anticipo de su pasión y muerte en cruz, momento de soledad y abandono mayor. ¿Por qué lo abandonan? El relato señala que es por la dureza de su enseñanza, por las consecuencias que de ella emanan, y se subentiende que también por lo difícil que resulta intentar  seguir sus pasos. Por eso pregunta a los Doce "¿También ustedes quieren irse?".

Lo sublime del mandamiento del amor a Dios y al prójimo, que es el primero y más importante de los mandamientos en el decir del mismo Jesús, supera la lógica de la ley y amplía el ámbito religioso al mundo entero. Más allá de los estrechos límites del templo, y ni siquiera conectado con quienes conocían y debían custodiar la ley: está a la mano para ser implementado por todas las personas, impulsadas por el Espíritu que desborda todo cauce institucional.

Escribía en 1924 Gabriela Mistral, en un texto titulado "Cristianismo con Sentido Social", lo siguiente: "nuestro cristianismo (...) se divorció de la cuestión social, la ha desdeñado, cuanto menos, y ha tenido paralizado o muerto el sentido de la justicia, hasta que este sentido nació en otros y les ha arrebatado a sus gentes". Algunos años después, en su libro "¿Es Chile un país Católico?", el padre Alberto Hurtado sacaba conclusiones similares. Y si bien la Mistral señalaba que "no es la ayuda social la forma más alta de una religión", desde la propuesta de fraternidad universal que brota del mensaje cristiano, que comprende a toda persona como hija del mismo padre Dios, no se entiende la fe sin un correlato en la vida cotidiana, construyendo comunidad y estando atentos y solícitos ante las necesidades de los demás. Para el padre Hurtado los grandes problemas materiales y morales que observa, "las miserias de nuestro pueblo", son fruto de la falta de un cristianismo integral en nuestra patria.

Lo que se constataba en la primera mitad del siglo pasado por Gabriela Mistral y Alberto Hurtado, solo se ha agudizado. El cristianismo ambiental de antaño parece haberse retirado para no volver, y sus enseñanzas y contenidos principales no han logrado ser transmitidos a las siguientes generaciones.

¿Hemos pensado en mandarnos cambiar de la Iglesia?

Somos testigos de un proceso profundo no solo de secularización sino de descristianización, al menos en lo que respecta a la esfera pública: urge una reflexión y desde ahí una acción que haga atractivo el seguir a Jesús, por los testigos que encarnen en su vida sus enseñanzas 

La respuesta de Pedro a Jesús en el Evangelio de hoy es conmovedora "¿Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna. Nosotros hemos creído y sabemos que eres el Santo de Dios”. Pedro expresa de alguna forma que existe una jerarquía en los apetitos y necesidades humanas, en los que se entiende que la satisfacción de lo más básico para vivir es condición de posibilidad para todo lo demás, incluido el cultivo de la interioridad y el sentido de pertenencia a una comunidad. Anhelamos vida eterna solo cuando tenemos satisfechas las necesidades básicas en la vida de todos los días, eso que llamamos "el pan de cada día".

La invitación profunda que emana del evangelio es a permanecer: permanecer en el amor de Jesús; permanecer en la comunidad, con otros, sea en la forma que esta tenga; permanecer también en la fe que sostiene que Dios es el creador del universo y mueve la historia y los corazones humanos en ella para que acerquemos su reino de justicia y paz; permanecer en la fidelidad cotidiana a las promesas que hicimos en el bautismo, hacer el bien, evitar el mal, confiados en la misericordia y compasión infinitas de Dios que nos llama a ser así también, misericordiosos y compasivos, con los demás.

Texto breve del Evangelio:

"Jesús preguntó entonces a los Doce: ¿También ustedes quieren irse?”  Simón Pedro le respondió: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna. Nosotros hemos creído y sabemos que eres el Santo de Dios. Jn. 6, 68-69

EVANGELIO

¿A quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna.

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 6, 60-69

Después de escuchar la enseñanza de Jesús, muchos de sus discípulos decían: ¡Es duro este lenguaje! ¿Quién puede escucharlo?

Jesús, sabiendo lo que sus discípulos murmuraban, les dijo:

¿Esto los escandaliza? ¿Qué pasará, entonces, cuando vean al Hijo del hombre subir donde estaba antes?

El Espíritu es el que da Vida, la carne de nada sirve.

Las palabras que les dije son Espíritu y Vida.

Pero hay entre ustedes algunos que no creen.

En efecto, Jesús sabía desde el primer momento quiénes eran los que no creían y quién era el que lo iba a entregar.

Y agregó: Por eso les he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede.

Desde ese momento, muchos de sus discípulos se alejaron de Él y dejaron de acompañarlo.

Jesús preguntó entonces a los Doce: ¿También ustedes quieren irse?

Simón Pedro le respondió: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna. Nosotros hemos creído y sabemos que eres el Santo de Dios.

domingo, 4 de agosto de 2024

Pan

 Pan (Jn. 6, 24-35)

Desde el domingo pasado, y por las siguientes tres semanas, estaremos leyendo el llamado discurso del “Pan de Vida” tal y como se encuentra en el capítulo sexto del evangelio según san Juan. Tras la multiplicación de los panes - el relato de la semana pasada - Jesús ofrece una reflexión bien profunda acerca del sentido de las búsquedas humanas en diálogo con quienes acuden a su encuentro. ¿Por qué lo buscan? ¿Porque multiplicó el pan y permitió que miles de personas saciaran su hambre?, o ¿hay algo más?

El pan es “fruto de la tierra y del trabajo humano”, como decimos al celebrar la misa, en la oración del ofertorio. Una larga cadena de operaciones permite que cada día tengamos pan en la mesa. Alguien tiempo atrás se preocupó de preparar la tierra y de sembrar. Esperó pacientemente que creciera el trigo. A su debido tiempo cosechó y molió luego el grano para hacer harina. En otro lugar amasó el pan con otros ingredientes y lo horneó. Finalmente, de formas bien diversas, llegó a la mesa y lo podemos comer. El que veneremos la presencia real de Jesús en forma de pan, de algún modo conecta toda la cadena de esfuerzos humanos para llegar al pan, con la vida divina que se nos ofrece místicamente.

Cuando en la Misa el sacerdote recuerda las palabras de Jesús “Hagan esto en conmemoración mía”, ¿se refiere simplemente a juntarse para celebrar la misa? En mi entender es mucho más que eso: se trata de conectar profundamente, y en lo cotidiano, con la vida de Jesús, entregada y ofrecida por amor. Nos congregamos para celebrar agradecidos, pero desde ahí somos enviados a vivir día a día aquello que creemos y celebramos. El comulgar con Jesús en la Eucaristía ha de llevarnos a la comunión fraterna con toda persona: el poder transformador de una vida entregada por amor es como levadura en la masa. He aquí que afirmemos como Iglesia ser también el Cuerpo de Cristo, que se parte y comparte para la vida del mundo.

De un modo similar, en un discurso titulado “Hambre de Pan y Evangelio”, ofrecido en un Congreso Eucarístico realizado a fines de los años 70, Pedro Arrupe, entonces superior general de la Compañía de Jesús, afirmaba que la Eucaristía estaba incompleta en todo el mundo si en algún lugar del mundo alguien sufría hambre. La conexión del sacrificio eucarístico, que es expresión de la vida ofrecida por Jesús, con las grandes dificultades de entonces para que una buena proporción de la humanidad tuviera las  condiciones mínimas para subsistir, nos desafía aún hoy.

En nuestro país, hace poco más de 80 años, Alberto Hurtado afirmaba: “la misa es mi vida y mi vida es una misa prolongada”, en profunda sintonía con lo que luego señaló el Concilio Vaticano II: la Eucaristía es la fuente y también la cumbre de la vida de la Iglesia. La comprensión integrada de los momentos de la vida sigue siendo hoy un desafío, en tiempos en que la fe tiende a replegarse al ámbito privado o individual, sin empapar nuestras vidas del sentido comunitario y del compromiso social que implica.

En este mes de Agosto, mes de la Solidaridad, instituido hace 30 años precisamente en memoria del Padre Hurtado, roguemos para que al acercarnos a recibir el Pan de Vida, surjan también entre nosotros renovados compromisos en favor de quienes no tienen a la mano el pan de cada día, aquello necesario para el buen vivir. Eso hará más creíble nuestra fe.

Fragmento del Evangelio: “Les aseguro que ustedes me buscan, no porque vieron signos, sino porque han comido pan hasta saciarse. Trabajen, no por el alimento perecedero, sino por el que permanece hasta la Vida eterna” (Jn. 6, 26-27)

 

 ACLAMACIÓN AL EVANGELIO Mt 4, 4b

Aleluya.

El hombre no vive solamente de pan, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. Aleluya.

EVANGELIO

El que viene a mí jamás tendrá hambre; el que cree en mí jamás tendrá sed.

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 6, 24-35

Cuando la multitud se dio cuenta de que Jesús y sus discípulos no estaban en el lugar donde el Señor había multiplicado los panes, subieron a las barcas y fueron a Cafarnaúm en busca de Jesús. Al encontrarlo en la otra orilla, le preguntaron: Maestro, ¿cuándo llegaste?

Jesús les respondió:

Les aseguro que ustedes me buscan, no porque vieron signos, sino porque han comido pan hasta saciarse.

Trabajen, no por el alimento perecedero, sino por el que permanece hasta la Vida eterna, el que les dará el Hijo del hombre; porque es Él a quien Dios, el Padre, marcó con su sello.

Ellos le preguntaron: ¿Qué debemos hacer para realizar las obras de Dios?

Jesús les respondió: La obra de Dios es que ustedes crean en Aquél que Él ha enviado.

Y volvieron a preguntarle: ¿Qué signos haces para que veamos y creamos en ti? ¿Qué obra realizas? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como dice la Escritura:

"Les dio de comer el pan bajado del cielo”.

Jesús respondió:

Les aseguro que no es Moisés el que les dio el pan del cielo; mi Padre les da el verdadero pan del cielo; porque el pan de Dios es el que desciende del cielo y da Vida al mundo.

Ellos le dijeron: Señor, danos siempre de ese pan. Jesús les respondió:

Yo soy el pan de Vida.

El que viene a mí jamás tendrá hambre; el que cree en mí jamás tendrá sed.

 

domingo, 14 de julio de 2024

Ligeros

 Ligeros (Mc. 6, 7-13)

              En el evangelio que proclamamos hoy observamos como Jesús envía a sus discípulos a extender su acción sanadora, con poderes “sobre los espíritus impuros”. Lo hacemos tras varias semanas en que hemos estado contemplando el actuar del mismo Jesús, destacando el asombro de quienes son testigos de su autoridad para hacer el bien  –“¿quién es este que hace estas cosas?” – y también el peso que tiene la fe de las propias personas al acoger tales acciones reparadoras en sus vidas (“Tu fe te ha salvado”).

              En el conocimiento y creencias de entonces, estaban íntimamente vinculadas la salud corporal con la mental y la espiritual. En la cultura y sabiduría de algunos de nuestros pueblos originarios también se aborda de manera integral a las personas. El aporte de la ciencia y medicina contemporáneas ha permitido aumentar considerablemente la esperanza de vida en poco tiempo. Aunque siempre cabe preguntarse, ¿con qué sentido vivimos la vida?

              En el relato de hoy destaca el modo en que Jesús envía a sus discípulos. La suya es una invitación a confiar en lo que llamamos la providencia divina, que tiene su mejor cara en la compasión, la escucha y la hospitalidad prodigada por quienes quieran recibir a los enviados. El andar ligeros de equipaje, sin tanto aparataje ni aseguramiento, abre camino a la acción del Espíritu que mueve los corazones. De nuevo el peso de la acción divina está puesto, de algún modo, en la acción humana de acoger y abrirse a la acción sanadora.

              Con relativa facilidad podemos, los seguidores de Jesús, olvidar estas palabras referidas al modo de estar en el mundo y de relacionarnos con las cosas y con quienes nos rodean.

              El desprestigio del clero y la baja sostenida entre quienes se dicen católicos, asociado a los abusos eclesiásticos, aunque también a la secularización, expresa una pérdida de poder de la Iglesia que, mirando el modo como Jesús envía, no es necesariamente algo malo. Lo que debiera caracterizar a quienes seguimos a Jesús encuentra en estas páginas un molde, en que la sencillez, austeridad y humildad deben brillar, más que otras consideraciones mundanas que pueden hacer tanto daño. También una característica que parecemos haber perdido, es la de sacar la voz, hacer uso de la palabra, considerando que somos herederos y depositarios de un saber que sana y ha llenado de sentido la vida de muchos.

Personas como Teresa de Calcuta o Alberto Hurtado, por mencionar a dos insignes seguidores de Jesús en el siglo XX en distintos lugares del mundo, nos mostraron varias cosas muy vigentes aún hoy: en primer lugar, el valor universal de la compasión, de tener los sentidos abiertos a las necesidades de quienes viven alrededor y procurar aliviarlas; además, la alegría de servir es contagiosa, más allá de las estrechas barreras institucionales que a veces ponemos en las iglesias. Y, entre otras cosas, que el abandono en la providencia, el andar ligeros de equipaje, casi con lo puesto, no defrauda.

              En nuestra cultura cada vez más materialista e individualista, las buenas noticias que estamos invitados a vivir los cristianos, son fuente de plenitud y sentido. Atrevámonos a vivirlas y comunicarlas. No olvidemos el cómo: ligeros. Que la Virgen del Carmen que celebramos este martes nos anime e inspire en nuestro caminar.          

Fragmento del Evangelio: “Jesús llamó a los Doce y los envió de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus impuros. Y les ordenó que no llevaran para el camino más que un bastón; ni pan, ni provisiones, ni dinero; que fueran calzados con sandalias y que no tuvieran dos túnicas.”


ACLAMACIÓN AL EVANGELIO  Cf. Ef 1, 17-18

Aleluya.

El Padre de nuestro Señor Jesucristo ilumine nuestros corazones, para que podamos valorar la esperanza a la que hemos sido llamados. Aleluya.

EVANGELIO

Los envió.

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos  6, 7-13

Jesús llamó a los Doce y los envió de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus impuros.

Y les ordenó que no llevaran para el camino más que un bastón; ni pan, ni provisiones, ni dinero; que fueran calzados con sandalias y que no tuvieran dos túnicas.

Les dijo: Permanezcan en la casa donde les den alojamiento hasta el momento de partir. Si no los reciben en un lugar y la gente no los escucha, al salir de allí, sacudan hasta el polvo de sus pies, en testimonio contra ellos.

Entonces fueron a predicar, exhortando a la conversión; expulsaron a muchos demonios y sanaron a numerosos enfermos, ungiéndolos con óleo.

domingo, 23 de junio de 2024

Calma

 Calma (Mc. 4, 35-41)

Ha comenzado el invierno. Ya hace varias semanas en distintas regiones de nuestro querido país ha habido “frentes de mal tiempo” con abundantes lluvias, fuertes vientos, y consecuentemente, desbordes de ríos, corte de caminos y daño en muchas ciudades, familias y comunidades, que han visto inundadas sus casas, pasos bajo nivel y tierras de cultivo.

Pocas situaciones en nuestras vidas son tan caóticas y nos revelan la gran indefensión y fragilidad de nuestra condición humana como enfrentar las fuerzas de la naturaleza. Por más que sepamos que el agua busca su cauce y éste sea más o menos siempre el mismo. Es notable cómo no terminamos de aprender o de prepararnos para estos eventos que, de tanto en tanto, ocurren en distintos niveles –incluso en el de nuestras casas con alguna gotera–. Solemos lamentarnos ex post de acciones no realizadas, como limpiar canaletas o cauces de esteros o ríos, mejorar defensas que ayuden a encauzar mejor las aguas y aumenten entonces su capacidad. Así, nos vemos, de tanto en tanto, literalmente, desbordados.

La escena de Jesús en el evangelio de hoy es muy elocuente a la vez que desconcertante. Mientras los discípulos se muestran despavoridos, porque la barca en la que van parece zozobrar ante la fuerza del temporal y las olas, Él “estaba en la popa, durmiendo sobre el cabezal”. Al despertar Jesús, increpa al viento y al mar, y sobreviene una gran calma. Luego se dirige a sus asombrados discípulos y les reprocha su cobardía y falta de fe.

La sabiduría popular tiene varias alusiones a situaciones parecidas: por un lado decimos “al mal tiempo, buena cara” y, por otro, sostenemos que “después del temporal siempre viene la calma”. También se dice “siembra vientos y cosecharás tempestades”. Todas son metáforas meteorológicas que pueden aplicarse a situaciones de la vida en sociedad.

El estallido social de hace ya casi 5 años también se asemejó a aguas caudalosas desbordadas de su cauce. La institucionalidad no fue capaz de prever o anticiparse al fenómeno social, gatillado por el alza de los pasajes de la locomoción pública. No faltaron los oportunistas que intentaron hacer caer al gobierno. La violencia se desató en las calles. La policía también se vio completamente superada. Los dos procesos constitucionales fallidos ayudaron a encauzar, o al menos contener, los ímpetus destructores de las mareas desbocadas.

Ya han pasado sus años, pero soplan vientos que pueden devenir en tempestad. ¿A cuáles me refiero? Menciono al menos dos. En primer lugar, la lentitud para implementar una reforma al sistema de pensiones, que permita mejorar la jubilación de cientos de miles de personas mayores, pensando en ellas y en sus familias, para quienes el cuidado se transforma en una carga muy pesada, sobre todo para las mujeres. Segundo, la atención a los también cientos de miles de niños, niñas y jóvenes que están fuera del sistema escolar (ni siquiera sabemos con exactitud cuántos son). Hace un tiempo fue aprobada por el Consejo Nacional de Educación la modalidad de reingreso. Desde entonces la ley que crea una subvención preferencial para atender esta necesidad, espera en el Congreso, mientras el ejecutivo no le pone urgencia.

El evangelio de hoy resalta el poder de la palabra, que bien utilizada puede calmar mares y vientos o, en caso contrario, aumentar su poder destructivo. Elijamos bien y hagamos lo necesario para que también entre nosotros reine la calma.

Fragmento del Evangelio: Despertándose, Él increpó al viento y dijo al mar: “¡Silencio! ¡Cállate!”. El viento se aplacó y sobrevino una gran calma.

 

ACLAMACIÓN AL EVANGELIO Lc 7, 16

Aleluya.

Un gran profeta ha aparecido en medio de nosotros y Dios ha visitado a su pueblo. Aleluya.

EVANGELIO

¿Quién es éste que hasta el viento y el mar le obedecen?

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 4, 35-41

Un día, al atardecer, Jesús dijo a sus discípulos: Crucemos a la otra orilla. Ellos, dejando a la multitud, lo llevaron en la barca, así como estaba. Había otras barcas junto a la suya.

Entonces se desató un fuerte vendaval, y las olas entraban en la barca, que se iba llenando de agua. Jesús estaba en la popa, durmiendo sobre el cabezal.

Lo despertaron y le dijeron: ¡Maestro! ¿No te importa que nos ahoguemos?

Despertándose, Él increpó al viento y dijo al mar: ¡Silencio! ¡Cállate! El viento se aplacó y sobrevino una gran calma.

Después les dijo: ¿Por qué tienen miedo? ¿Cómo no tienen fe? Entonces quedaron atemorizados y se decían unos a otros:

¿Quién es éste, que hasta el viento y el mar le obedecen?.