domingo, 16 de enero de 2022

Un mínimo de dignidad

Este domingo proclamamos el relato de “Las Bodas de Caná”. Ante la mirada atenta de María, Jesús convierte el agua en vino, para que pueda seguir la fiesta. ¿Qué necesitamos convertir en nuestro país? ¿Qué está aguando la fiesta?

 Tras el tiempo de fiesta que es la Navidad, continuada los últimos domingos con las fiestas de Epifanía/Reyes y del Bautismo de Jesús,  seguimos con el segundo domingo del tiempo ordinario. En el evangelio que proclamamos hoy se nos ofrece igualmente una fiesta. Es el conocido relato de “Las bodas de Caná”, el primero de los signos realizados por Jesús en el cuarto evangelio. Son signos visibles que invitan a creer en Dios y en la Humanidad.

Conocemos la historia. Se acaba el vino. María dice a los sirvientes, mirando a su hijo: “¡Hagan lo que Él les diga!” Jesús, algo a regañadientes por ser importunado por su mamá, incluso buscando desentenderse (“¿qué tenemos que ver nosotros?”)  convierte el agua en vino, y así puede continuar la fiesta. Los únicos que se dan cuenta del milagro son los sirvientes, que han llenado de agua las tinajas usadas para la purificación. Los demás, ni se enteraron. La fiesta pudo seguir. El milagro realizado es un trabajo conjunto, colectivo, que a veces incluso se puede hacer a regañadientes.

La figura de María destaca en este relato por dos razones. Primero, porque ella se da cuenta, mirando el conjunto, de la necesidad que hay. Está atenta a lo que ocurre a su alrededor, y advierte un asunto crítico: si se acabó el vino se viene abajo la fiesta. ¡Eso no puede pasar! Segundo, porque desde ahí propone un paso posible de atención a esa necesidad, y hace lo que está a su alcance para aliviarla. ¿Qué es lo que nos falta hoy en nuestro país? ¿Qué está aguando la fiesta?

Durante este mes de enero estamos siendo invitados a participar del proceso constituyente a través del mecanismo de Iniciativas populares de norma. Antes de cualquier consideración particular, el mero hecho de promover la participación es algo digno de destacar. Aparecen desde distintos grupos, organizaciones y colectivos de los más diversos, distintos intereses y necesidades, algunos incluso contrapuestos. ¿Cuál es el más importante de todos? ¿Qué es lo que no puede faltar? ¡Que los últimos entre nosotros sean los primeros! ¡Que a nadie le falte la alegría! ¡Que todos encuentren un lugar en la casa común!

Desde el Hogar de Cristo, junto a la Comunidad de Organizaciones Solidarias y a las organizaciones que conformamos la alianza Constitución y Pobreza, hemos presentado dos iniciativas a la Convención Constitucional, que les invito a considerar para su apoyo y firma. La primera trata de garantizar a todos quienes vivimos en Chile un estándar mínimo de dignidad, asociada a la definición del umbral de pobreza. Además, la segunda iniciativa busca reconocer y valorar el rol de las organizaciones de la Sociedad Civil en colaboración y complementariedad con el Estado.

Al igual que María que es capaz de ver el conjunto, miremos nuestro país, los distintos grupos de personas que lo conformamos. Anhelamos que los que están peor estén mejor, que a nadie le falte el mínimo de dignidad que se requiere para vivir.  Y ello, junto con ser un beneficio para unos, redunda en un beneficio para todos. La Paz será fruto de la Justicia, un piso firme sobre el que construir todo lo demás. Aspiramos a contribuir al bien común, a que las condiciones sociales sean favorables para todas las personas y a que los frutos de la colaboración alcancen a todas las comunidades y personas. Conoce estas iniciativas y firma en www.hogardecristo.cl/firma ¡Tengan un buen domingo!

 Texto del Evangelio: Se celebraron unas bodas en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús también fue invitado con sus discípulos. Y, como faltaba vino, la madre de Jesús le dijo: “No tienen vino”. Jesús le respondió: “Mujer, ¿qué tenemos que ver nosotros? Mi hora no ha llegado todavía”. Pero su madre dijo a los sirvientes: “Hagan todo lo que Él les diga”.  (Jn. 2, 1-11)