lunes, 5 de diciembre de 2016

Los Derechos humanos y los derechos de los migrantes



Distintas organizaciones defienden los Derechos de los Migrantes. Fuente: FUHEM EcoSocial


La Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 (DUDH) [1] establece que todos los seres humanos poseemos ciertos derechos que deben ser respetados y protegidos por toda la sociedad, particularmente por los gobiernos de los Estados.
Grave desafío es el de establecer instituciones que permitan garantizar que estos derechos fundamentales no queden escritos en el papel: en la mayoría de los casos debieran ser los Estados a través de sus organismos, que se financian mediante el cobro de impuestos; en otros tantos las instituciones  que la comunidad internacional ha creado (como la ONU, ACNUR, Cruz Roja, otras) para acudir a situaciones donde los estados no dan abasto o donde los mismos estados son los causantes de los atropellos.
Podemos señalar que todos los Derechos Humanos (DDHH) tocan directamente a los migrantes, aunque ciertamente hay algunos derechos que son de primerísima necesidad por ser mínimos para la sobrevivencia. En lo que corresponde a la acción de moverse de un lugar (o país a  otro) la justificación viene refrendada por el derecho de salir del propio país y volver a él libremente (art.13), tener nacionalidad (art.15). Otros derechos que debieran cuidarse especialmente son:  la vivienda, al trabajo (art.23), a la atención de salud y a la seguridad social (art.25), a la educación (art.26), al respeto de su dignidad y al libre desarrollo de su personalidad (art.22).
Para la implementación efectiva de la DUDH se firmaron en 1966 dos pactos: uno llamado Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (ICCPR), el segundo Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (ICESCR). [2] Se hace explícito en estos pactos que los derechos establecidos en la DUDH sólo podrán hacerse realidad en la medida que cada país alcance un estándar de crecimiento y desarrollo sostenible: los DDHH y sus concreciones se muestran como un ideal regulativo hacia el que las sociedades y el mundo entero deben avanzar. [3]
Dentro de las acciones que evidencia que los Derechos Humanos de los migrantes se encuentran ampliamente vulnerados encontramos: el tráfico de migrantes y la trata de personas; las detenciones arbitrarias y las deportaciones sin derecho a defenderse de migrantes irregulares; la violencia y acoso sexual sobre todo a mujeres migrantes; la discriminación por motivos de raza;  la integración parcial en los países de acogida, entre otras. [4]
Un tema que se ha ido desplegando en el debate reciente es el de los derechos políticos: mientras los migrantes en tanto que fuerza de trabajo que aporta al desarrollo de un país, paga impuestos, etc. no tengan plenos derechos políticos (o sea al menos derecho a voto en las elecciones) difícilmente serán acogidas sus inquietudes y demandas dentro de las propuestas de quienes aspiran a gobernar municipios, estados y países. En muchos países el número de inmigrantes es considerable respecto del total de habitantes, por lo que eventualmente podrían definir una elección si participaran en ella. Nos encontramos entonces con un problema de legitimidad democrática, cuando no se da tal participación. [5]
Un problema moral que es evidente al momento de tratar sobre los derechos de los migrantes, es que su respeto por parte de los estados está asociado a determinadas características o cualidades morales de las personas: entre otras su nivel de instrucción, su condición socio-económica, su nacionalidad, su religión, o su estatus migratorio. [6]

* Este posteo forma parte de un escrito mayor titulado 'Integración Social de Migrantes' presentado como trabajo final del curso 'Ética de las políticas de Migraciones' el 2° semestre del año académico 2015-16 ofrecido por el profesor René Micallef S.J. en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma. (Descargar trabajo completo).



 [1] Naciones Unidas, «Declaración Universal de Derechos Humanos». (Ver declaración)
 [2] Aunque la mayoría de los países ha ratificado ambos pactos, Estados Unidos rechazó participar del segundo, en tanto el sector libertario representado en la Cámara de Representantes y el Senado no acepta la injerencia del Estado en las acciones y decisiones económicas de las personas en los mercados. Cf. J.D. Sachs, La era del desarrollo sostenible.
 [3] J.D. Sachs, La era del desarrollo sostenible.
 [4] CEPAL, «Migración internacional, derechos humanos y desarrollo», p.309. (Descargar informe)
 [5] A. Abizadeh, «Closed borders, Human rights, and democratic legitimation», p.159.
 [6] S. Benhabib, I diritti degli altri. Stranieri, residenti, cittadini, p.103.

sábado, 3 de diciembre de 2016

Notas sobre la situación de la Inmigración hacia Chile




Con los datos que se tienen, de distintas fuentes, la estimación total de quienes han migrado en el mundo alcanza en torno a un 3% de la población mundial, esto es alrededor de 244 millones  de personas [1]. Las dinámicas de la migración se pueden clasificar de diversos modos. Uno de ellos es considerar sus cuatro potenciales direcciones: Sur/Norte, Norte/Sur, Norte/Norte, Sur/Sur [2]. Como se puede observar en la Tabla 1, las magnitudes de los flujos migratorios S-N (35% del total según la primera estimación) son similares a los S-S (34% del total), y el flujo N-N (25% del total) no es nada de despreciable. Cada uno de esos flujos tiene características distintas y responde a diversas necesidades. El que suele ser más problemático y está más presente en los medios es el que se produce desde el Sur hacia el Norte, en tanto los países del Norte son los que históricamente más restricciones han puesto, con el consiguiente surgimiento de mafias que ayudan a traspasar los controles, tanto por tierra como por mar, entre otros riesgos y dificultades.

Tabla 1: Cantidad de personas migrantes en los cuatro principales flujos según distintas organizaciones
(Fuente: OIM 2013)
Desde el retorno de la democracia en 1990, coincidente con un tiempo de significativo crecimiento económico y de relativa paz social, se ha producido un aumento [3] [4] del flujo migratorio hacia Chile. En la actualidad la cantidad de extranjeros residentes en Chile corresponde [5] a un 2,7% de la población: esto es aproximadamente 477.000 personas, lo que sitúa la migración hacia Chile dentro de los parámetros internacionales de migración que hemos mencionado.
Desde una preeminencia de inmigrantes de países limítrofes (peruanos, bolivianos, argentinos), los últimos años hemos observado [6] el aumento considerable de la llegada de ciudadanos venezolanos, colombianos y haitianos que dada la situación política y económica delicada de sus países, han optado por venir a Chile.
Ilustración 1: Procedencia de los Migrantes en Chile
(Fuente: Área Socio-Laboral y Jurídica INCAMI (2015))
En el lenguaje cotidiano – chistes, comentarios en redes sociales, comportamientos – se pueden reconocer actitudes de los chilenos que pueden ser caracterizadas en muchos casos como clasismo, racismo o xenofobia. Y como en otras partes, muchos de los argumentos que sustentan estas actitudes se basan en información falsa, asociada a miedos y prejuicios, que alimentan precisamente la hostilidad. Uno de estas sentencias señala que no son bienvenidos pues nos vienen a quitar el trabajo. Lo que muestran los datos es que la mayoría de los que llega a Chile se emplea en labores que los chilenos ya no están dispuestos a asumir, ya sea como empleadas de casa particular (la mayoría de las mujeres provenientes del Perú o Ecuador se emplea en este sector), ya como trabajadores subcontratados haciendo aseo u operarios en estaciones de servicio (el caso de los colombianos y haitianos en Antofagasta), en faenas mineras, o como trabajadores agrícolas de temporada o de supermercados. [7] Una segunda sentencia que alimenta la hostilidad es la que afirma que la mayoría de los migrantes son delincuentes, aunque los datos muestran que en menos del 1% de los delitos cometidos en el país se encuentra involucrado algún ciudadano extranjero. [8]
En lo que se refiere a los prejuicios y generalizaciones, en general hay un desprecio de parte de los chilenos sobre todo hacia los peruanos y bolivianos, pero se da la paradoja que muchas familias de clase media y alta les confían a mujeres de esas nacionalidades el cuidado de sus hijos. Lo que a nivel general habla de un prejuicio, a nivel familiar se disuelve, ya sea porque satisfacen una necesidad (o sea en una consideración utilitarista y pragmática), ya porque el conocimiento cercano de las personas hace que los juicios y preconcepciones cambien. La historia enseñada en los colegios y escuelas debiera ser un elemento de ayuda para derribar prejuicios: lamentablemente en determinados momentos los nacionalismos han hecho que prevalezcan juicios negativos. [9]
Con las excepción tal vez de los Haitianos, que son una minoría dentro de los migrantes, los demás grupos tienen características culturales similares o al menos no extremadamente distintas con los chilenos: hablan la misma lengua y por lo general su adhesión religiosa está asociada al cristianismo en alguna de sus denominaciones. Los haitianos junto a algunos de los colombianos son de raza negra, lo que hace que se visibilicen mayormente en comparación con el resto de la población chilena y migrante que es mestiza o blanca. Algo similar ocurre con peruanos o bolivianos que tienen rasgos étnicos característicos y diferenciados de la población chilena.
Los principales ejes que articulan las trayectorias en el proceso de integración de quienes llegan a Chile son trabajo, familia y redes sociales, según un estudio realizado en mujeres peruanas que llevan más de 15 años de residencia. [10] Notamos como en general los grupos de migrantes pobres de distintos países que vienen a Chile tienden a vivir en barrios específicos [11] y a reunirse entre ellos, conservando sus costumbres, y forjando redes entre ellos, con la excepción de quienes han venido solos y han encontrado una pareja chilena acá, lo que facilita notablemente la integración. Algo similar ocurre con las escuelas o colegios donde llevan a sus hijos: hay escuelas en las que la mayoría de los niños son de un determinado país. Ciertamente esto no facilita la integración, más bien se trata de una dinámica de segregación. En el caso de la comuna de Santiago, un buen número de quienes han conseguido trabajo y estabilidad económica han podido integrarse a barrios de la clase media, mientras hay otro grupo que se ha fragmentado y se mantiene en condición de pobreza y exclusión tanto social como territorial, en espacios degradados de la ciudad. [12]
La consideración del contexto geográfico y social es relevante. En el caso de Chile, muy distinta es la realidad de los peruanos o bolivianos que llegan a Arica, Iquique o Antofagasta, todas ellas ciudades de la zona de la frontera norte donde hay una mayor cercanía cultural y proporcionalmente son más, que llegar a Santiago o a otras ciudades de la zona central. Lamentablemente, debido al centralismo la mayoría de las políticas se diseñan desde Santiago, sin considerar necesariamente las peculiaridades de la situación en el norte. [13]

* Este posteo forma parte de un escrito mayor titulado 'Integración Social de Migrantes' presentado como trabajo final del curso 'Ética de las políticas de Migraciones' el 2° semestre del año académico 2015-16 ofrecido por el profesor René Micallef S.J. en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma. (Descargar trabajo completo).

[1] Cf. DESA / ONU, «International Migration Report 2015 (Highlights)». (Descargar informe)
[2] Se simplifica la utilización de estos términos señalando como pertenecientes al Norte a los países de ingreso alto, y al Sur a los países de ingreso medio y bajo. Para profundizar en este tema se puede mirar el completo informe de la Organización Internacional de Migraciones en que se presenta una panorámica general de las migraciones en el Mundo. Al final hay un glosario muy ilustrativo. Cf. OIM, «Informe sobre las Migraciones en el Mundo 2013». (Descargar informe)
 [3] Ramírez Pizarro, Jorge, El encanto de los datos. Sociodemografía de la inmigración en Chile según el censo de 2002, p.15ss. (Descargar informe)
 [4] C. Stefoni, «Perfil Migratorio de Chile», p.61ss. (Descargar informe)
 [5] Área Socio-Laboral y Jurídica INCAMI, «Servicios de la Misión Scalabrini Chile y el INCAMI», p.28. (Descargar revista) Ver también Rojas Pedemonte, N. – Silva Dittborn, C., «La Migración en Chile: Breve reporte y caracterización», Madrid 2016. (Descargar informe)
 [6] Área Socio-Laboral y Jurídica INCAMI, «Servicios de la Misión Scalabrini Chile y el INCAMI», p.29 (Descargar revista)
 [7] M. Soffia Contrucci – al., Conocer para legislar y hacer política. (Descargar informe)
 [8] Puede revisarse un interesante elenco de 7 mitos que suelen estar presentes en la conversación cotidiana de los chilenos y que sin embargo no tienen asidero en la realidad en Salas, María Paz, «7 mitos sobre los inmigrantes que están completamente equivocados». (Ver columna)
 [9] En particular la Guerra del Pacífico (1879-1883) llamada también la Guerra del Guano y del Salitre sigue manteniendo heridas abiertas: tras vencer la guerra Chile anexó los territorios bolivianos de Antofagasta y Calama (dejando hasta ahora a Bolivia sin acceso soberano al mar), y los peruanos de Arica y Tarapacá (Iquique), todas ellas zonas de gran riqueza minera Cf. J. RiquelmeG. Alarcón, «El peso de la historia en la inmigración peruana en Chile». M. Cárdenas C, «Y verás cómo quieren en Chile...». (Descargar artículo)
 [10] Cf. C. StefoniM. Bonhomme, «Una vida en Chile y seguir siendo extranjeros». (Descargar artículo)
 [11] Cf. M.E. DucciL. Rojas Symmes, «La pequeña Lima». (Descargar artículo)
 [12] D. Margarit SeguraK. Bijit Abde, «Barrios y población inmigrantes», p.52ss. (Descargar artículo)
 [13] Cf. M. Lube GuizardiA. Garcés, «Estudios de caso de la migración peruana «en Chile»». (Descargar artículo)