domingo, 28 de octubre de 2018

Ver


“Jesús le dijo: “Anda, tu fe te ha salvado”. Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino” (Mc. 9, 40)

Las lecturas que se nos ofrecen en este domingo, el último de octubre, nos hablan de la acción sanadora de Dios. El ciego que estaba sentado al borde del camino, pidiendo limosna, se ha puesto de pie, y tras el encuentro y conversación con Jesús, lo ha seguido por el camino. Resulta muy expresivo el respeto a la propia autonomía que denota la pregunta de Jesús: no actúa en favor de este hombre sino tras escucharlo y considera que la fe de Bartimeo es el motor de su propia sanación.
               Estamos concluyendo octubre, mes en que se celebra el Día de la Salud Mental y que en el Hogar de Cristo hemos dedicado a la inclusión de las personas con discapacidad Mental. Desde la fundación Rostros Nuevos hemos organizado distintas iniciativas de encuentro, celebración y sensibilización. Una de ellas ha sido el XII Encuentro Deportivo y de Vida Saludable, que convocó a más de 50 organizaciones y a 2 mil deportistas que se congregaron en el polideportivo del Estadio Nacional. Hace unos días participé en el aniversario 14 del programa san Alonso Rodríguez de la misma fundación en Quinta Normal: tras una liturgia bien participativa, en la que enlazamos unas pulseras de colores expresando nuestra unión y diversidad, varios de los participantes del programa, animados por voluntarias, bailaron al ritmo de “Thriller”, de Michael Jackson. Precisamente reflexionamos y nos dejamos iluminar por este pasaje del Evangelio, el del ciego Bartimeo que deja de ser ciego y mendigo, y se pone de pie y sigue a Jesús por el camino de la vida.
               Ambas actividades me han recordado que cuando promovemos la participación y el despliegue de las capacidades de las personas con discapacidad mental, el resultado es sorprendente. Algunos me contaban que están trabajando como asistentes de bodega en una multitienda, tras un tiempo de preparación al alero de la nueva Ley de Inclusión. Una señora me expresaba como, al igual que con el ciego del evangelio, tras la ayuda y dedicación de una de las trabajadoras del  programa, se había podido poner de pie y sacar adelante a su pequeña hijita.
               Este camino de sanación e inclusión lo podemos ver elocuentemente en personas con discapacidad mental, tanto en el deporte, la cultura y el arte, como en el mundo del trabajo y de la familia, con los apoyos adecuados. Me atrevo a decir que desde nuestra común vulnerabilidad, cada cual necesita ser sanado de sus cegueras, parálisis, mudeces y aliviado en sus necesidades. El mapa de la vulnerabilidad que se está intentando dibujar desde el Ministerio de Desarrollo Social, junto a organizaciones de la sociedad civil y el sector empresarial, es una buena oportunidad, siempre que, como Jesús, preguntemos a quienes están al borde del camino y esperemos pacientemente su respuesta e iniciativa, y tengamos como horizonte el despliegue de sus capacidades y autonomía. Es imposible que el diagnóstico o la respuesta sean acertadas o duraderas si no se considera en cada paso de su elaboración a los protagonistas de cada uno de los 16 grupos de personas vulnerables que se han establecido.
               Por último, en este momento de la historia, también necesitamos los creyentes, particularmente quienes pertenecemos a la Iglesia Católica, que crezca nuestra fe y podamos sanar de nuestras cegueras, ponernos de pie y seguir a Jesús por el camino.  ¿Qué responderemos hoy a la pregunta de Jesús?