martes, 2 de mayo de 2017

Desde el infierno

Jesucristo desciende a los infiernos. Centro Le Sorgenti @ Lecce (c) Centro Aletti

La pasada semana santa se me regaló la posibilidad de acompañar a un grupo de jóvenes que participan en Piedras Vivas a celebrar el Triduo Pascual en el centro 'Le Sorgenti' de la Comunità Emmanuel, en las cercanía de Lecce. En el centro hay un gran salón que está presidido por este mosaico que representa a Jesús descendiendo a los infiernos, rescatando a Adán y Eva y con ellos a toda la humanidad. La Comunità Emmanuel es un lugar precioso que busca, entre otras cosas, dar una mano a hombres y mujeres que sufren dependencia al alcohol o las drogas. Tuvimos la ocasión de celebrar con muchos de ellos estos días de la Semana Santa.

El viernes santo fuimos caminando desde 'Le Sorgenti' a Arnesano, a uno de los centros femeninos, y las mujeres que ahí nos recibieron nos contaron parte de sus historias, todas ellas marcadas por situaciones de hondo dolor, abandono, violencia, soledad, que las llevó en su momento a caer en el infierno de la dependencia. El poder contar delante de nosotros su historia reconociendo sus propios errores a la vez que el daño que otros les habían causado forma parte de su camino de sanación. Dependiendo de los progresos este puede durar entre 18 y 24 meses.

Una de las cosas que nos marcó a varios de los que estuvimos ahí de visita fue constatar que cambiando algunas circunstancias de nuestra vida, que no hemos elegido, las historias que ellas nos contaron bien podrían haber sido las nuestras. Lo otro que nos marcó es la explicitación de la vida interior y la espiritualidad que se vivía en este centro, siguiendo el camino de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio que llevan a seguir los pasos de Jesús, tras reconocer la condición de pecadores necesitados de perdón, amor y misericordia. Y que el pecado se evidencia ante todo en la ruptura de relaciones: con Dios, pero sobre todo con los demás y con uno mismo, causando mucho daño que es muy difícil de reparar.

Uno de los momentos preciosos de estos días fue la noche de la Vigilia Pascual: el padre Mario Marafioti sj, fundador de esta comunidad, llamó a una mamá de uno de los internos para preguntarle si ahora que su hijo estaba saliendo de su adicción ella estaba consolada. Y su respuesta fue: 'un poquito'. Ante todos los que ahí estábamos nos contó algo de todo lo que había sufrido estos años, más de 70, y que no sabía realmente si es que su hijo iba a poder dejar las drogas, aunque se alegraba que ahora estuviera bien, en buena compañía, con gente que lo quisiera y apoyara incondicionalmente. Me asombró la honda verdad de sus palabras, por amor a su hijo sigue esperando y se alegra que esté bien, aunque el dolor y las penas sufridas por años hayan dejado también su huella de cansancio y una fuerte dosis de realismo un tanto descarnado.

El mosaico del salón del centro Le Sorgenti fue creado hace algunos años por el P. Marcos Rupnik sj. En este enlace se encuentran más fotos y una explicación.