Durante estas últimas semanas hemos sido testigos de una fiesta extraordinaria en las calles y recintos deportivos de diversos lugares de nuestro país, con motivo de los Juegos Panamericanos Santiago 2023. En algunos días más comienzan también los Parapanamericanos
Concordará conmigo, querido
lector, querida lectora, que esta fiesta deportiva ha sido como un bálsamo de
paz en el enrarecido ambiente que respiramos hace años en Chile. O tal vez se
trata de percepciones que se han instalado por distintas razones y no coinciden
del todo con la realidad cotidiana que se vive en nuestras ciudades y barrios. Valga
destacar que las delegaciones deportivas provenientes de todos los países del
continente, han expresado muestras de profunda gratitud por la calidad de la
organización, de las instalaciones deportivas, del metro y de la villa olímpica
donde pasan la noche, de la calidad de la alimentación, y un largo etcétera.
Seguro hay muchos detalles en los que mejorar, nunca nada humano es perfecto,
pero en lo global la nota ha sido muy positiva.
Tuve el regalo de poder ir al Estadio Nacional
el martes que pasó. Se vivía un ambiente de fiesta, con familias enteras que
participaban de los juegos. Pude participar festivamente como espectador de los
1500 metros que constituían la última prueba del Decatlón. Ganó la medalla de
oro un cubano-chileno (nacionalizado a comienzos de este año), Santiago Ford.
Tras vestirse de gloria con nuestra bandera y ser ovacionado por el estadio
repleto, al son del Chi-Chi-Chi, Le-Le-Le, compartió que había cruzado hace
algunos años a pie por la frontera, y que por eso mismo, al llegar a la meta,
detuvo el tranco y pasó caminando. Su testimonio es expresión del aporte
maravilloso que la enorme mayoría de migrantes que han elegido Chile como su
patria en la última década ha hecho al progreso de nuestro país.
“Fordmidable”, como tituló Las Últimas Noticias su portada, ocurrencia
que copio y celebro. Fordmidable, Santiago Ford.
En el caso de las competencias deportivas que nos alegran el corazón por
estos días, es elogiable el esfuerzo cotidiano de entrenar e ir venciéndose a
sí mismo de cada deportista, así como de los empeños de coordinación
institucional y de trabajo en equipo, que dan sus frutos en resultados. Cierto
es que no todos pueden ganar: en la sana competencia, nutrida de compañerismo y
de reconocimiento de los esfuerzos del rival, hay valores profundos que bien
podrían iluminar nuestra convivencia social y democrática, y motivar propósitos
de vivir más sanamente.
El evangelio que proclamamos este domingo contrapone una vez más a Jesús
con los “escribas y fariseos (que) ocupan la cátedra de Moisés”, pero “no hacen
lo que dicen”. Es parte de la condición humana que entre el dicho y el hecho
hay mucho trecho. Una posibilidad de solución a esta constatación es que es
mejor decir poco, y más bien que los hechos hablen por sí mismos. Buena parte
de las enseñanzas de las escrituras hablan de la protección y cuidado debidos
al huérfano, a la viuda, al extranjero, que vive entre nosotros. Tomemos
inspiración de lo que hemos vivido colectivamente en estos juegos para la vida
de cada día.
José Fco. Yuraszeck Krebs, S.J.
Capellán General Hogar de Cristo
Fragmento del Evangelio: “El mayor entre ustedes será el que
los sirve, porque el que se eleva será humillado, y el que se humilla será
elevado” (Mt. 23, 12)
ACLAMACIÓN AL EVANGELIO Mt 23, 9b. 10b
Aleluya.
Ustedes no tienen sino un padre: el Padre celestial;
sólo tienen un doctor, que es el Mesías. Aleluya.
EVANGELIO
No hacen lo que dicen.
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san
Mateo 23, 1-12
Jesús dijo a la multitud y a sus discípulos:
Los escribas y fariseos ocupan la cátedra de
Moisés; ustedes hagan y cumplan todo lo que ellos les digan, pero no se guíen
por sus obras, porque no hacen lo que dicen. Atan cargas pesadas y difíciles de
llevar, y las ponen sobre los hombros de los demás, mientras que ellos no
quieren moverlas ni siquiera con el dedo.
Todo lo hacen para que los vean: agrandan las
filacterias y alargan los flecos de sus mantos; les gusta ocupar los primeros
puestos en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, ser
saludados en las plazas y oírse llamar “mi maestro” por la
gente.
En cuanto a ustedes, no se hagan llamar “maestro”,
porque no tienen más que un Maestro y todos ustedes son hermanos. A nadie en el
mundo llamen “padre”, porque no tienen sino uno, el Padre
celestial. No se dejen llamar tampoco “doctores”, porque
sólo tienen un Doctor, que es el Mesías.
El mayor entre ustedes será el que los sirve,
porque el que se eleva será humillado, y el que se humilla será elevado.
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