domingo, 2 de junio de 2024

Cuerpo

 Cuerpo (Mc. 14, 12-25)

              Hoy celebramos, en el seno de la Iglesia Católica, la solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo. Ya sea hoy domingo o el pasado jueves – como era tradición antaño – por las calles alrededor de las Iglesias se realizarán procesiones tras el santísimo sacramento del altar. En algunos casos con hermosas “alfombras” hechas con tierra de color y otros materiales, que al paso de los fieles peregrinos se desvanecerán, recordándonos lo efímero de nuestra existencia, invitándonos a poner los pies en la tierra y la mirada hacia el cielo.

              La tradición que recibimos y seguimos celebrando nos ha llevado a identificar a Jesús con las formas de pan y vino consagradas al celebrar la Eucaristía. La devoción a la presencia real de Jesús en alimentos tan sencillos y cotidianos es una de las diferencias doctrinales con otras Iglesias cristianas, y quizás por eso se acentúa tanto esta devoción, a riesgo de poner la atención en uno solo de los aspectos de tal presencia real. No es la única.

              Que Jesús de Nazareth haya venido al mundo en la familia de María y José, y se haya sometido al tiempo, la historia, la vinculación con los demás, la cultura, el envejecimiento, y el largo etcétera de lo que implica ser humano, es uno de los aspectos por los que afirmamos es el redentor del género humano.

              Cuando el padre Hurtado hace ya casi 80 años se encontró con un mendigo en las frías calles de nuestra ciudad, le pareció reconocer en él el mismo rostro de Cristo. Bien podemos decir que reconoció místicamente en el cuerpo de un anónimo hombre desamparado el mismo cuerpo de Cristo. He ahí que se propuso, junto a un grupo de mujeres, fundar el Hogar de Cristo, para que tuviera donde guarecerse, protegerse de las inclemencias del tiempo, soñar con un futuro mejor, partiendo por asearse, saciar su hambre y tener una cama abrigada donde pasar la noche.

              Son muchísimas las personas que siguen sufriendo aún hoy en sus cuerpos por no tener con qué o cómo cuidarlo. Menciono algunas: las personas mayores que padecen soledad no deseada, abandono, precariedad en el cuidado de su salud; también las personas en situación de calle que no tienen donde guarecerse, ya han muerto varias este año en distintas ciudades de nuestro país; las familias que viven en campamentos, sin condiciones de habitabilidad mínimas.

              El próximo domingo tendremos elecciones primarias para la elección de las candidaturas a alcaldes/as y gobernadore/as regionales. Quizás uno de los criterios que debiéramos tener presente al momento de elegir, ahora y en octubre, a quienes van a servir a la comunidad a nivel local y regional, es que tengan especial preocupación por quienes no pueden ponerse de pie por sí mismos y requieren de los apoyos precisamente de quienes serán elegidos para cuidar el bien común.

              El gesto de Jesús en la última cena, en el marco de la conmemoración de la Pascua, paso de su pueblo de la esclavitud a la libertad en la tierra prometida, quiere ser, en palabras de él, una nueva alianza, sellada ya no con el cuerpo sacrificado y la sangre derramada de un cordero, sino con el cuerpo y sangre de Él mismo en la cruz, expresión sublime de una vida donada por amor. Esa misma entrega es la que se nos invita a tener a todos quienes nos decimos cristianos, cotidianamente, nutrida por la presencia real de Jesús en la Eucaristía, y también en las calles y lugares de nuestras ciudades y campos. ¡Vamos a su encuentro!

Fragmento del Evangelio: Mientras comían, Jesús tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: “Tomen, esto es mi Cuerpo”.


ACLAMACIÓN AL EVANGELIO Jn 6, 51

Aleluya.

“Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente”, dice el Señor. Aleluya.

EVANGELIO

Esto es mi Cuerpo. Ésta es mi Sangre.

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 14, 12-16. 22-25

El primer día de la fiesta de los panes ácimos, cuando se inmolaba la víctima pascual, los discípulos dijeron a Jesús: “¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la comida pascual?”

Él envió a dos de sus discípulos, diciéndoles: “Vayan a la ciudad; allí se encontrarán con un hombre que lleva un cántaro de agua. Síganlo, y díganle al dueño de la casa donde entre: El Maestro dice: “¿Dónde está mi sala, en la que voy a comer el cordero pascual con mis discípulos?” Él les mostrará en el piso alto una pieza grande, arreglada con almohadones y ya dispuesta; prepárennos allí lo necesario”.

Los discípulos partieron y, al llegar a la ciudad, encontraron todo como Jesús les había dicho y prepararon la Pascua.

Mientras comían, Jesús tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: “Tomen, esto es mi Cuerpo”.

Después tomó una copa, dio gracias y se la entregó, y todos bebieron de ella. Y les dijo: “Esta es mi Sangre, la Sangre de la Alianza, que se derrama por muchos. Les aseguro que no beberé más del fruto de la vid hasta el día en que beba el vino nuevo en el Reino de Dios”.

 

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