lunes, 22 de agosto de 2016

El costo de la vida

Desde fines de marzo de 2015 ando patiparreando por distintos lugares, en algunos de paso, en otros más estable, y una de las cosas que me ha impresionado son las abismantes diferencias en el costo de la vida. Para ilustrar esto voy a acudir a una experiencia sensible: ¡un corte de pelo! No porque éste sea cada vez menos abundante en mi cabeza no requiere de cuando en cuando una enchulada. En Santiago de Chile solía ir a una peluquería que queda cerca de la Iglesia San Ignacio, y recuerdo que ahí me costaba alrededor de $2.500: o sea un poco menos de US$4.

Aviso de peluquería en Melbourne, Australia.
Estando en Berkeley, California, en junio de 2015, cuando ya los pocos pelos que tengo en la cabeza empezaron a desordenarse me puse a buscar un lugar. Y llegué a encontrar uno en las cercanías del Museo de Oakland, asociado a una escuela de peluquería - por lo tanto era un poco 'contigo aprendo', supuse -, que por la módica suma de US$12 me dejó como nuevo. El peluquero era un inmigrante chino que había instalado hace un buen número de años este local. Hizo muy bien su trabajo, aunque no pudimos cruzar muchas palabras, más allá de darle a entender que prefería que usara tijera y no máquina. Era de las peluquerías baratas - alrededor había algunas que cobraban desde US$25 - y el servicio bastante bueno. Lo mejor: en silencio.

Desde la costa oeste norteamericana me fui a Italia, y el siguiente corte de pelo me tocó en Nápoles - donde estuvimos todo agosto estudiando intensivamente italiano. Aunque no recuerdo su nombre, tengo imborrablemente grabada la escena del peluquero hablando hasta por los codos, preguntándome que de donde venía, donde me estaba quedando, etc. Cuando supo que en la comunidad jesuita cercana, me contó de su amistad de años con distintos sacerdotes, y que ahora algunas veces lo llamaban para que fuera a cortarle el pelo a los más ancianos que están bastante impedidos de moverse. El tipo muy simpático, el corte de pelo ahí no más, medio apurado a pesar de que no había nadie más esperando... €15.

Las siguientes ocasiones ya me tocaron en Roma - el destino estable de este tiempo fuera. Fuimos con un compañero venezolano a una peluquería ubicada en una de las calles que conectan la Piazza Navona con el Vaticano. Muy amables los peluqueros, y sin hacer muchas preguntas, aunque el precio del corte era €15, nos hicieron un 2x1, así es que quedamos en €10 cada uno. Fui ahí un par de veces más en los meses sucesivos.

Cerca de semana santa de 2016, y tras celebrarla en Monzambano (como les conté en otro posteo), mis pasos se dirigieron a Barcelona y a Madrid, en son de conocer obras sociales de los compañeros por allá. Pregunté a los padres de la comunidad de Sarriá algún dato y gustosos me ayudaron, advirtiéndome que si quería además pasar un buen rato, le hiciera un par de preguntas al peluquero sobre la situación política del país. Dicho y hecho. Por €17 me enteré de todas las copuchas - además de varias palabrotas que no tenía en mi léxico. Caro y no tan bueno, pero en fin...

A pesar de todo, de cuando en cuando hay que cortarse el pelo.
(En la foto con Anuranjan Hassa Purty S.J., Director de AROUSE, Gumla, India)
Ya a punto de comenzar el verano me enteré que en mi comunidad romana había un compañero indio que sabía cortar el pelo y que tenía todos los implementos para hacerlo (incluso hay una pequeña sala para ello). El costo: hacer aseo en la sala después. Buena conversa y buen corte de pelo. No fue tan difícil hacer aseo, al fin y al cabo tengo poco pelo. El costo, hablando en plata, €0.

Y la última cortada de pelo me encontró en Mundgod, un pequeño pueblo al norte del estado de Karnataka, en el sur de la India. Recomendado por el jesuita director del centro social donde estaba, y por tan solo Rps60, además del corte de pelo (que habitualmente cuesta Rps50) y sin consultarme siquiera, me gané un relajante masaje capilar y del cuello, que me vino bien después de varios días viajando en bus por las noches. No pude cruzar palabra - el peluquero hablaba solo Cannada -  sino que con gestos le di a entender cómo quería el corte. Fue por lejos - de todos los cortes de pelo de este año - quien le puso más empeño y dedicación. Rps60 al tipo de cambio del momento es un poco menos de US$1.

Podría hacer un ejercicio similar a este reseñando el costo y la calidad del transporte público. Lo dejo para otra ocasión. Simplemente al final agrego que el costo de la vida va reflejando el valor que le asignamos a los bienes y servicios que ofrecemos, recibimos y/o consumimos. Otra cosa es cómo traducimos a precio tal valor. En algunos casos los precios están inflados y debiéramos poder regatear - es casi una ofensa no hacerlo en algunos lugares -, en otros lados están establecidos y publicados a la vista de todos (en la India, por ejemplo, todo producto viene de fábrica con la inscripción del precio máximo que se puede cobrar; en varios lugares hay precios fijados de antemano, por ejemplo en servicios de taxi, como un modo de proteger al viajante del abuso de los taxistas).

Regálese 5 minutos y escuche a Juan Luis Guerra y los 4:40 en el Festival de Viña del año 2006: "El costo de la vida". 



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