domingo, 3 de septiembre de 2023

Perder para encontrar

 (Mt. 16, 21-27)

En muchos espacios de la cultura y sociedad contemporáneas, se exaltan el individualismo, la competencia en extremo, el buscar ganar a toda costa. Sin embargo, en la vida y mensaje de Jesús de Nazareth, se nos señala otro camino, que es una paradoja bien difícil de vivir. ¿De qué tipo es la felicidad y alegría eternas que anuncia el Evangelio?

En el relato del capítulo 16 de San Mateo que proclamamos hoy, Pedro se quiere oponer a que Jesús vaya a Jerusalén –lugar donde todo indica va a encontrar oposición,  violencia, muerte de cruz, como anuncia–  y encuentra en Él una respuesta radical: “¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Tú eres para mí un obstáculo, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres”.

Si somos seres humanos no tenemos otro modo de pensar que como seres humanos. Confundimos con facilidad lo que está bien con lo que nos conviene. Le escapamos al dolor por buscar lo placentero. ¿Poner la otra mejilla ante una ofensa? Instintivamente brota devolver la ofensa o premeditar con astucia la venganza. ¡Se sirve ésta en plato frio! ¿Quién está dispuesto a perder?

Estamos entrando en septiembre, a pocos días del aniversario 50 del golpe de Estado de 1973. De lado y lado –son muchos más que dos–, se hacen esfuerzos por imponer posturas o puntos de vista, o de desacreditar el contrario. Por lo mismo me ha parecido muy orientadora y sensata la afirmación de la senadora Isabel Allende Bussi cuando dice: “No va a haber nunca la verdad oficial, cada uno lo vive como lo vivió... Pero no entiendo que no podamos decir ‘nunca más romper una democracia’”. Sobrecogedor me ha parecido también “La Búsqueda”, el libro en primera persona de Cristóbal Jimeno Chadwick, escrito junto a su esposa Daniela Mohor, sobre su padre, Claudio, colaborador cercano del presidente Allende en La Moneda, detenido desaparecido desde hace 50 años: “No es un hecho que ocurrió hace 50 años, es un hecho que viene ocurriendo desde hace 50 años”

            Ninguna de los relatos de los sucesos que fueron llevando al quiebre democrático e institucional, y de la profunda fractura social en la que fue entrando Chile en la década del 60, que se agudizaron en tiempos de la Unidad Popular, justifica ni explica el horror que se vivió después. No hay empate posible, ni se trata de buscar ganar una discusión: hay posiciones aparentemente irreconciliables. Pero sí podemos acordar mínimos civilizatorios y hacer el esfuerzo de hilar las distintas historias que constituyen nuestra memoria colectiva.

¿Cómo avanzar en caminos de verdadero encuentro y reconciliación? ¿Cuáles “nunca más” tendríamos que volver a conjugar?

            La espiritualidad cristiana encierra una sabiduría de siglos y en el pasaje del evangelio que proclamamos hoy se sintetiza de muy buen modo. Es un mensaje que trasciende incluso las fronteras de la Iglesia; es sabiduría de profunda humanidad. Tomemos algo de ella para reflexionar en estos días, propiciando la conversación con altura, que busque escuchar sin imponer y posibilite en un futuro no tan lejano espacios para el reencuentro verdadero desde nuestra común vulnerabilidad, que incluye también la frágil memoria.

 

Fragmento del Evangelio:

Entonces Jesús dijo a sus discípulos: El que quiera seguirme, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida a causa de mí, la encontrará.

¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero si pierde su vida? ¿Y qué podrá dar el hombre a cambio de su vida?

 

EVANGELIO

ACLAMACIÓN AL EVANGELIO   Cf. Ef 1, 17-18

Aleluya.

El Padre de nuestro Señor Jesucristo ilumine nuestros corazones, para que podamos valorar la esperanza a la que hemos sido llamados. Aleluya.

EVANGELIO

El que quiera seguirme, que renuncie a sí mismo.

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo   16, 21-27

Jesús comenzó a anunciar a sus discípulos que debía ir a Jerusalén, y sufrir mucho de parte de los ancianos, de los sumos sacerdotes y de los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar al tercer día.

Pedro lo llevó aparte y comenzó a reprenderlo, diciendo: Dios no lo permita, Señor, eso no sucederá.

Pero Él, dándose vuelta, dijo a Pedro: ¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Tú eres para mí un obstáculo, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres.

Entonces Jesús dijo a sus discípulos: El que quiera seguirme, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida a causa de mí, la encontrará.

¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero si pierde su vida? ¿Y qué podrá dar el hombre a cambio de su vida?

Porque el Hijo del hombre vendrá en la gloria de su Padre, rodeado de sus ángeles, y entonces pagará a cada uno de acuerdo con sus obras.

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