lunes, 3 de abril de 2017

Críticas a la posibilidad de la sostenibilidad urbana



Algunos - como veíamos en un posteo anterior - tienen una visión optimista y constructiva respecto de la posibilidad de la sostenibilidad en las ciudades. Otros se encuentran en la vereda contraria[1]. El argumento central que se esgrime es que es ingenuo pensar que la tecnocracia responsable de la situación presente, será capaz de resolver los problemas que ella misma ha generado. Estas prevenciones están también en sintonía con algunas de los puntos desarrollados en la Laudato Si’ respecto del paradigma tecnocrático (LS106-114).
Para fundamentar esta prevención en el ámbito de las ciudades, uno de los puntos críticos es el de la cuantificación de las externalidades de los costos ambientales. Aunque a escala local pareciera haber avances significativos, si se amplía el horizonte de observación a los márgenes de las ciudades o a otros lugares del territorio se evidencia una crisis mayor, que tiene alcances planetarios. Sirva como ejemplo ilustrativo[2] el dato elocuente de que el crecimiento de las ciudades ha ido a la par del despliegue de la industria automotriz, que a su vez ha sido uno de los principales motores de la economía en el siglo XX. Esta industria involucra toda la cadena productiva mundial, tanto por la prospección y comercio de hidrocarburos, acero y otros materiales, como por la construcción de autopistas e infraestructura urbana, además de constituirse en un símbolo de status. De no mediar un drástico cambio de rumbo no es posible la sustentabilidad ni en el mundo ni en las ciudades, pero no se han encontrado hasta ahora los mecanismos ni los incentivos para hacerlo a gran escala.
Fuente
Un concepto acuñado por H.T. Odum es el de emergía.[3] Asociado a la idea de huella ecológica, la emergía evalúa el impacto de una ciudad y la actividad que en ella se desarrolla mucho más allá de sus límites, tanto en el plano energético, material, alimenticio, como humano. La emergía, o energía incorporada, es la cuantificación de toda la energía que ha sido necesario utilizar para realizar algún proceso.
    Los límites de una metrópoli están mucho más allá de sus límites:[4] para su correcto funcionamiento las ciudades se han convertido en grandes importadores de energía y materiales, y exportadores de contaminación y residuos de distinto tipo. Los resultados de algunos estudios[5] son elocuentes: aunque con distintas acciones la calidad de vida en algunos lugares de las grandes ciudades ha mejorado sustantivamente, el daño que han causado sobre las periferias, la vida de millones de personas, y el medio ambiente global es mucho mayor que lo que efectivamente se logra cuantificar, solo que al no ser visible a los ojos no se ha convertido en un escándalo ni en motivo de protesta por parte de los ciudadanos organizados. Al considerar tales datos se puede concluir que no existe una tendencia evolutiva espontánea hacia la sostenibilidad ecológica ligada al crecimiento de las ciudades, sino más bien todo lo contrario.[6]

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Derecho a la ciudad 


[1] Consideraremos algunos puntos centrales de lo planteado en J. Martínez Alier, «Gli indicatori di insostenibilità urbana come indicatori di conflitto sociale», 223-241. Véase también M. Davis, «Ecología de las áreas urbanas hiperdegradadas»; W. PereiraJ. Seabrook, Asking the earth. The spread of unsustainable development; S. Sassen, Expulsiones. Brutalidad y complejidad en la economía global.
[2] J. Martínez Alier, «Gli indicatori di insostenibilità urbana come indicatori di conflitto sociale», 224.
[3] Mencionado en J. Martínez Alier, «Gli indicatori di insostenibilità urbana come indicatori di conflitto sociale», 229. Para profundizar en este concepto y sus implicancias véase posteo anterior en este mismo blog, o bien H.T. Odum, Environment, Power, and Society for the Twenty-First Century: The Hierarchy of Energy.
[4] No siempre se cuenta con datos fidedignos, pero los que hay permiten sacar conclusiones respecto del impacto de las grandes ciudades. A modo de ejemplo, “se ha calculado que la huella ecológica de Londres (…) es 125 veces su superficie, y casi equivalente al total de la tierra productiva de Gran Bretaña”. Cf. A. Davey, Cristianismo urbano y globalización, 39.
[5] Se puede considerar el efecto visual que tienen las chimeneas humeantes de industrias, que han provocado en numerosos lugares la protesta ciudadana y la consiguiente determinación de la autoridad política de trasladarlas, con un altísimo impacto en la vida de los trabajadores de tales industrias. La evidencia muestra que es mayor la contaminación de los automóviles: como cada uno de los que lo usa es el responsable de ello no se generan manifestaciones masivas para frenar su uso y promover el sistema público de transporte. Cf. J. Martínez Alier, «Gli indicatori di insostenibilità urbana come indicatori di conflitto sociale», 238-240.
[6] J. Martínez Alier, «Gli indicatori di insostenibilità urbana come indicatori di conflitto sociale», 237.