Algunos - como veíamos en un posteo anterior - tienen una visión optimista y constructiva respecto
de la posibilidad de la sostenibilidad en las ciudades. Otros se encuentran en
la vereda contraria[1]. El argumento central que se esgrime es que es
ingenuo pensar que la tecnocracia responsable de la situación presente, será
capaz de resolver los problemas que ella misma ha generado. Estas prevenciones
están también en sintonía con algunas de los puntos desarrollados en la Laudato Si’ respecto del paradigma
tecnocrático (LS106-114).
Para fundamentar esta prevención en el ámbito de las ciudades, uno de
los puntos críticos es el de la cuantificación de las externalidades de los
costos ambientales. Aunque a escala local pareciera haber avances
significativos, si se amplía el horizonte de observación a los márgenes de las
ciudades o a otros lugares del territorio se evidencia una crisis mayor, que
tiene alcances planetarios. Sirva como ejemplo ilustrativo[2]
el dato elocuente de que el crecimiento de las ciudades ha ido a la par del
despliegue de la industria automotriz, que a su vez ha sido uno de los
principales motores de la economía en el siglo XX. Esta industria involucra
toda la cadena productiva mundial, tanto por la prospección y comercio de
hidrocarburos, acero y otros materiales, como por la construcción de autopistas
e infraestructura urbana, además de constituirse en un símbolo de status. De no
mediar un drástico cambio de rumbo no es posible la sustentabilidad ni en el
mundo ni en las ciudades, pero no se han encontrado hasta ahora los mecanismos
ni los incentivos para hacerlo a gran escala.
Fuente |
Un concepto acuñado por H.T. Odum es el de emergía.[3]
Asociado a la idea de huella ecológica, la emergía evalúa el
impacto de una ciudad y la actividad que en ella se desarrolla mucho más allá
de sus límites, tanto en el plano energético, material, alimenticio, como
humano. La emergía, o energía incorporada, es la cuantificación de toda
la energía que ha sido necesario utilizar para realizar algún proceso.
Los límites de una metrópoli están mucho más allá
de sus límites:[4] para
su correcto funcionamiento las ciudades se han convertido en grandes
importadores de energía y materiales, y exportadores de contaminación y
residuos de distinto tipo. Los resultados de algunos estudios[5] son elocuentes: aunque con distintas acciones la
calidad de vida en algunos lugares de las grandes ciudades ha mejorado
sustantivamente, el daño que han causado sobre las periferias, la vida de
millones de personas, y el medio ambiente global es mucho mayor que lo que
efectivamente se logra cuantificar, solo que al no ser visible a los ojos no se
ha convertido en un escándalo ni en motivo de protesta por parte de los
ciudadanos organizados. Al considerar tales datos se puede concluir que no
existe una tendencia evolutiva espontánea hacia la sostenibilidad ecológica
ligada al crecimiento de las ciudades, sino más bien todo lo contrario.[6]
VER POSTEOS RELACIONADOS: Desarrollo Sostenible en las ciudades
Derecho a la ciudad
[1] Consideraremos
algunos puntos centrales de lo planteado en J. Martínez Alier, «Gli indicatori di
insostenibilità urbana come indicatori di conflitto sociale», 223-241. Véase
también M. Davis, «Ecología de las áreas urbanas
hiperdegradadas»; W. Pereira
– J. Seabrook, Asking the earth. The spread of unsustainable development; S. Sassen,
Expulsiones. Brutalidad y complejidad en la economía global.
[2] J.
Martínez Alier, «Gli indicatori di
insostenibilità urbana come indicatori di conflitto sociale», 224.
[3] Mencionado en J. Martínez
Alier, «Gli indicatori di insostenibilità urbana come indicatori di
conflitto sociale», 229. Para profundizar en
este concepto y sus implicancias véase posteo anterior en este mismo blog, o bien H.T. Odum, Environment, Power, and Society
for the Twenty-First Century: The Hierarchy of Energy.
[4] No siempre se cuenta
con datos fidedignos, pero los que hay permiten sacar conclusiones respecto del
impacto de las grandes ciudades. A modo de ejemplo, “se ha calculado que la
huella ecológica de Londres (…) es 125 veces su superficie, y casi equivalente
al total de la tierra productiva de Gran Bretaña”. Cf. A. Davey,
Cristianismo urbano y globalización, 39.
[5] Se puede considerar
el efecto visual que tienen las chimeneas humeantes de industrias, que han
provocado en numerosos lugares la protesta ciudadana y la consiguiente
determinación de la autoridad política de trasladarlas, con un altísimo impacto
en la vida de los trabajadores de tales industrias. La evidencia muestra que es
mayor la contaminación de los automóviles: como cada uno de los que lo usa es
el responsable de ello no se generan manifestaciones masivas para frenar su uso
y promover el sistema público de transporte. Cf. J.
Martínez Alier, «Gli indicatori di
insostenibilità urbana come indicatori di conflitto sociale», 238-240.
[6] J. Martínez
Alier, «Gli indicatori di insostenibilità urbana come indicatori di
conflitto sociale», 237.