“Jesús le dijo: “Anda, tu fe te ha salvado”. Y al
momento recobró la vista y lo seguía por el camino” (Mc. 9, 40)
Las lecturas que se nos ofrecen en este
domingo, el último de octubre, nos hablan de la acción sanadora de Dios. El
ciego que estaba sentado al borde del camino, pidiendo limosna, se ha puesto de
pie, y tras el encuentro y conversación con Jesús, lo ha seguido por el camino.
Resulta muy expresivo el respeto a la propia autonomía que denota la pregunta
de Jesús: no actúa en favor de este hombre sino tras escucharlo y considera que
la fe de Bartimeo es el motor de su propia sanación.
Estamos concluyendo
octubre, mes en que se celebra el Día de la Salud Mental y que en el Hogar de
Cristo hemos dedicado a la inclusión de las personas con discapacidad Mental. Desde
la fundación Rostros Nuevos hemos organizado distintas iniciativas de
encuentro, celebración y sensibilización. Una de ellas ha sido el XII Encuentro
Deportivo y de Vida Saludable, que convocó a más de 50 organizaciones y a 2 mil
deportistas que se congregaron en el polideportivo del Estadio Nacional. Hace
unos días participé en el aniversario 14 del programa san Alonso Rodríguez de
la misma fundación en Quinta Normal: tras una liturgia bien participativa, en
la que enlazamos unas pulseras de colores expresando nuestra unión y diversidad,
varios de los participantes del programa, animados por voluntarias, bailaron al
ritmo de “Thriller”, de Michael Jackson. Precisamente reflexionamos y nos
dejamos iluminar por este pasaje del Evangelio, el del ciego Bartimeo que deja
de ser ciego y mendigo, y se pone de pie y sigue a Jesús por el camino de la
vida.
Ambas actividades
me han recordado que cuando promovemos la participación y el despliegue de las
capacidades de las personas con discapacidad mental, el resultado es
sorprendente. Algunos me contaban que están trabajando como asistentes de
bodega en una multitienda, tras un tiempo de preparación al alero de la nueva
Ley de Inclusión. Una señora me expresaba como, al igual que con el ciego del
evangelio, tras la ayuda y dedicación de una de las trabajadoras del programa, se había podido poner de pie y sacar
adelante a su pequeña hijita.
Este camino de
sanación e inclusión lo podemos ver elocuentemente en personas con discapacidad
mental, tanto en el deporte, la cultura y el arte, como en el mundo del trabajo
y de la familia, con los apoyos adecuados. Me atrevo a decir que desde nuestra
común vulnerabilidad, cada cual necesita ser sanado de sus cegueras, parálisis,
mudeces y aliviado en sus necesidades. El mapa de la vulnerabilidad que se está
intentando dibujar desde el Ministerio de Desarrollo Social, junto a organizaciones
de la sociedad civil y el sector empresarial, es una buena oportunidad, siempre
que, como Jesús, preguntemos a quienes están al borde del camino y esperemos
pacientemente su respuesta e iniciativa, y tengamos como horizonte el
despliegue de sus capacidades y autonomía. Es imposible que el diagnóstico o la
respuesta sean acertadas o duraderas si no se considera en cada paso de su
elaboración a los protagonistas de cada uno de los 16 grupos de personas
vulnerables que se han establecido.
Por último, en este
momento de la historia, también necesitamos los creyentes, particularmente
quienes pertenecemos a la Iglesia Católica, que crezca nuestra fe y podamos
sanar de nuestras cegueras, ponernos de pie y seguir a Jesús por el
camino. ¿Qué responderemos hoy a la
pregunta de Jesús?
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