domingo, 8 de diciembre de 2024

Peregrinar

         Hoy es el Segundo Domingo de Adviento y también el día en que celebramos la solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Virgen María. En este tiempo de preparación al Nacimiento de Jesús, es justo y necesario recordar a su mamá. En la liturgia del día de hoy se nos recuerda precisamente el momento de la anunciación del Ángel a María en Nazaret.

Comienza con ese anuncio, y con la respuesta generosa y libre de María, un peregrinar salvífico en el tiempo que marca un antes y un después en la historia. María irá luego a visitar a su pariente Isabel, también embarazada, y con su esposo José, unos meses después, irán de camino a Belén, donde le llegará el tiempo de dar a luz.

En torno a este día, el 8 de diciembre, cientos de miles de peregrinos emprenderán rumbo hacia distintos santuarios, para recordar a María, a quien reconocemos no solo como madre de Jesús, sino también de toda la Iglesia. Con los más variados motivos, casi tantos como personas, algunos irán para pagar una manda, otros para agradecer por el año que empieza a terminar o por algún favor concedido, otros sencillamente por deporte, aprovechando el cierre de las carreteras: esta fiesta desborda los cauces institucionales de la Iglesia en una expresión de fe popular que se transmite de generación en generación.

Mientras esto ocurre, en Roma, será creado cardenal don Fernando Chomalí, arzobispo de Santiago, junto a otros 20 obispos. Es una buena noticia que en la Iglesia en Chile contemos con el liderazgo convocante y renovado de nuestros pastores. Sin embargo, en sintonía con la propuesta de sinodalidad que ha hecho el papa Francisco, no podemos esperar que la renovación necesaria en la Iglesia venga tan solo de ellos. Cada uno de los bautizados ha de asumir, en su específico ámbito de acción, una responsabilidad en el peregrinar de la comunidad toda.

Me parece esta una buena ocasión para motivarnos, todos quienes en Chile nos decimos creyentes, y en particular a quienes participamos en la Iglesia Católica, a renovar nuestro compromiso de fe. Se acerca la celebración de la Navidad: cuidemos en ella su sentido profundo de conmemorar el nacimiento de Jesús. Ese mismo día comienza el Jubileo del año 2025, convocado para retomar el peregrinar, físico y espiritual. Con la consigna “la esperanza no defrauda” puede ser una ocasión privilegiada para que aquellos que por distintas razones se han alejado de la comunidad, vuelvan.

¿A qué se nos invita durante el jubileo? Tomo algunas notas de la convocatoria: a ser activos constructores de la paz en el mundo, inundado de guerras; a tener una visión de la vida llena de entusiasmo para compartir con los demás; a ser signos tangibles de esperanza para tantos hermanos y hermanas que viven en condiciones de penuria, quienes están en las cárceles, los enfermos, hacia los migrantes, los jóvenes, los ancianos, los pobres.  Les invito a leer la bula que convoca al jubileo – la encuentran fácilmente buscando en internet - y a dejarse interpelar por sus invitaciones.

Casi al final de la bula el papa Francisco dice, “la esperanza encuentra en la Madre de Dios su testimonio más alto. En ella vemos que la esperanza no es un fútil optimismo, sino un don de gracia en el realismo de la vida”. En este día de fiesta en que tantos peregrinamos hacia María, dejémonos inundar por esa esperanza del que se sabe de camino hacia un futuro cada vez mejor.

 Fragmento del evangelio: “No hay nada imposible para Dios” (Lc. 1, 37)

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