Solidaridad (Lc. 13,
22-30)
Solidaridad. Es
esta una palabra difícil de pronunciar, y tal vez más difícil de vivir. En su
definición en la Enseñanza Social de la Iglesia, dice relación con “la
determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien común”. Y el bien
común refiere “al conjunto de aquellas condiciones de la vida social, con las
cuales los hombres, las familias y las asociaciones pueden lograr con mayor
plenitud y facilidad su propia perfección”. Contra la exaltación del
individualismo y la satisfacción del propio interés, la solidaridad y el bien
común se erigen como principios sobre los que construir, libremente, comunidad.
Hace algunos
días, el jueves 18, conmemoramos los 70 años de la muerte del Padre Hurtado, en
el día nacional de la Solidaridad. Tuve la ocasión de participar de la
celebración en que junto al presidente de la República, a la ministra de
Desarrollo Social y Familia y otras autoridades, pusimos una rama de aromo
sobre su tumba, inspirados por las palabras de Gabriela Mistral. Acompañó el
gesto, la declaración explícita de hacer de nuestro país un lugar de
encuentros, de abrazos, de fraternidad, de solidaridad, en los que la verdad,
la justicia y la paz se encuentren. Tras el encuentro en la Tumba del Padre
Hurtado visitamos por un momento dos programas del Hogar de Cristo: la Hospedería
de Mujeres Ana Cruchaga y la Casa de Acogida Josse van der Rest.
Fueron
encuentros llenos de esperanza y alegría.
Junto a la
camioneta verde le entregamos al presidente y a la ministra algunos de los
varios libros que escribió el Padre Hurtado: “Sindicalismo”, “Humanismo Social”,
“¿Es Chile un país católico?”. Varios de ellos siguen siendo sumamente vigentes
por más que fueron escritos en la primera mitad del siglo XX. Además les
entregamos un documento elaborado por el Hogar de Cristo, titulado “Matriz de
Inclusión 2022”, en el que mostramos los efectos de la pandemia en la población
especialmente vulnerable de nuestro país y las brechas de cobertura a esos
grupos de población ofrecidas por organizaciones de la sociedad civil y del
Estado.
¿Qué es una
brecha de cobertura?
La diferencia
entre la atención concreta total existente y la población potencial que
requiere aquellos servicios. Las brechas son enormes, y con la pandemia se han
agudizado, principalmente por que han aumentado las necesidades. Si le interesa
conocer el documento, puede descargarlo en la sección “Estudios e Incidencia”
del sitio web del Hogar.
En el evangelio
de hoy Jesús recibe una pregunta respecto de la cantidad de personas que se van
a salvar. Él responde invitando a “entrar por la puerta angosta”. Esta
expresión ha tenido varias interpretaciones. Algunos hablan de no tomar atajos
ni el camino que parece más fácil, pero que a la larga es menos fecundo. Otros
de la importancia de forjar la voluntad y la laboriosidad. Mirando las brechas
en la atención de necesidades, también se podría decir que es oportuno evitar
el asistencialismo, por más que algunos grupos requieran en algunos momentos
asistencia y cuidado especial: se trata de desarrollar capacidades y promover
la autonomía. Y, ante todo de seguir a Jesús, empaparse de sus criterios y modo
de proceder.
En tiempos de
confrontaciones y legítimas discrepancias, hace bien recordar a Alberto
Hurtado, padre de la Patria, que nos invitó incansablemente a levantar la
mirada, reconocer los dolores y necesidades de quienes vivían a nuestro
alrededor y procurar aliviarlos. Pongámonos todos en el lugar de los últimos, y
así juntos seamos los primeros.
José Fco.
Yuraszeck Krebs, S.J.
Capellán General
Hogar de Cristo
Fragmento del
Evangelio: “Vendrán muchos de Oriente y de Occidente, de Norte y del Sur, a ocupar
su lugar en el banquete del Reino de Dios. Hay algunos que son últimos y serán
los primeros, y hay otros que son los primeros y serán los últimos” (Lc. 12,
15)
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