Con
los datos que se tienen, de distintas fuentes, la estimación total de quienes
han migrado en el mundo alcanza en torno a un 3% de la población mundial, esto
es alrededor de 244 millones de personas
[1]. Las dinámicas de la migración se pueden clasificar de diversos modos. Uno
de ellos es considerar sus cuatro potenciales direcciones: Sur/Norte,
Norte/Sur, Norte/Norte, Sur/Sur [2]. Como se puede observar en la Tabla 1, las
magnitudes de los flujos migratorios S-N (35% del total según la primera
estimación) son similares a los S-S (34% del total), y el flujo N-N (25% del
total) no es nada de despreciable. Cada uno de esos flujos tiene
características distintas y responde a diversas necesidades. El que suele ser
más problemático y está más presente en los medios es el que se produce desde
el Sur hacia el Norte, en tanto los países del Norte son los que históricamente
más restricciones han puesto, con el consiguiente surgimiento de mafias que
ayudan a traspasar los controles, tanto por tierra como por mar, entre otros
riesgos y dificultades.
Tabla 1: Cantidad de personas migrantes en los cuatro principales flujos según
distintas organizaciones
(Fuente: OIM 2013) |
Desde el retorno de
la democracia en 1990, coincidente con un tiempo de significativo crecimiento
económico y de relativa paz social, se ha producido un aumento [3] [4] del flujo
migratorio hacia Chile. En la actualidad la cantidad de extranjeros residentes
en Chile corresponde [5] a un 2,7% de la población: esto es aproximadamente 477.000 personas, lo
que sitúa la migración hacia Chile dentro de los parámetros internacionales de
migración que hemos mencionado.
Desde una
preeminencia de inmigrantes de países limítrofes (peruanos, bolivianos,
argentinos), los últimos años hemos observado
[6] el aumento considerable de la llegada de
ciudadanos venezolanos, colombianos y haitianos que dada la situación política
y económica delicada de sus países, han optado por venir a Chile.
Ilustración 1: Procedencia de los Migrantes en Chile (Fuente: Área Socio-Laboral y Jurídica INCAMI (2015)) |
En el lenguaje
cotidiano – chistes, comentarios en redes sociales, comportamientos – se pueden
reconocer actitudes de los chilenos que pueden ser caracterizadas en muchos
casos como clasismo, racismo o xenofobia. Y como en otras partes, muchos de los
argumentos que sustentan estas actitudes se basan en información falsa,
asociada a miedos y prejuicios, que alimentan precisamente la hostilidad. Uno
de estas sentencias señala que no son
bienvenidos pues nos vienen a quitar el trabajo. Lo que muestran los datos
es que la mayoría de los que llega a Chile se emplea en labores que los
chilenos ya no están dispuestos a asumir, ya sea como empleadas de casa
particular (la mayoría de las mujeres provenientes del Perú o Ecuador se emplea
en este sector), ya como trabajadores subcontratados haciendo aseo u operarios
en estaciones de servicio (el caso de los colombianos y haitianos en
Antofagasta), en faenas mineras, o como trabajadores agrícolas de temporada o
de supermercados. [7] Una segunda
sentencia que alimenta la hostilidad es la que afirma que la mayoría de los
migrantes son delincuentes, aunque los datos muestran que en menos del 1% de
los delitos cometidos en el país se encuentra involucrado algún ciudadano
extranjero. [8]
En lo que se
refiere a los prejuicios y generalizaciones, en general hay un desprecio de
parte de los chilenos sobre todo hacia los peruanos y bolivianos, pero se da la
paradoja que muchas familias de clase media y alta les confían a mujeres de
esas nacionalidades el cuidado de sus hijos. Lo que a nivel general habla de un
prejuicio, a nivel familiar se disuelve, ya sea porque satisfacen una necesidad
(o sea en una consideración utilitarista y pragmática), ya porque el
conocimiento cercano de las personas hace que los juicios y preconcepciones
cambien. La historia enseñada en los colegios y escuelas debiera ser un
elemento de ayuda para derribar prejuicios: lamentablemente en determinados
momentos los nacionalismos han hecho que prevalezcan juicios negativos. [9]
Con las excepción
tal vez de los Haitianos, que son una minoría dentro de los migrantes, los
demás grupos tienen características culturales similares o al menos no extremadamente
distintas con los chilenos: hablan la misma lengua y por lo general su adhesión
religiosa está asociada al cristianismo en alguna de sus denominaciones. Los
haitianos junto a algunos de los colombianos son de raza negra, lo que hace que
se visibilicen mayormente en comparación con el resto de la población chilena y
migrante que es mestiza o blanca. Algo similar ocurre con peruanos o bolivianos
que tienen rasgos étnicos característicos y diferenciados de la población
chilena.
Los principales
ejes que articulan las trayectorias en el proceso de integración de quienes
llegan a Chile son trabajo, familia y redes sociales, según un estudio
realizado en mujeres peruanas que llevan más de 15 años de residencia. [10] Notamos
como en general los grupos de migrantes pobres de distintos países que vienen a
Chile tienden a vivir en barrios específicos
[11] y a reunirse entre ellos, conservando sus
costumbres, y forjando redes entre ellos, con la excepción de quienes han
venido solos y han encontrado una pareja chilena acá, lo que facilita
notablemente la integración. Algo similar ocurre con las escuelas o colegios
donde llevan a sus hijos: hay escuelas en las que la mayoría de los niños son
de un determinado país. Ciertamente esto no facilita la integración, más bien
se trata de una dinámica de segregación. En el caso de la comuna de Santiago,
un buen número de quienes han conseguido trabajo y estabilidad económica han
podido integrarse a barrios de la clase media, mientras hay otro grupo que se
ha fragmentado y se mantiene en condición de pobreza y exclusión tanto social
como territorial, en espacios degradados de la ciudad. [12]
La consideración
del contexto geográfico y social es relevante. En el caso de Chile, muy
distinta es la realidad de los peruanos o bolivianos que llegan a Arica,
Iquique o Antofagasta, todas ellas ciudades de la zona de la frontera norte
donde hay una mayor cercanía cultural y proporcionalmente son más, que llegar a
Santiago o a otras ciudades de la zona central. Lamentablemente, debido al centralismo
la mayoría de las políticas se diseñan desde Santiago, sin considerar
necesariamente las peculiaridades de la situación en el norte. [13]
* Este posteo forma parte de un escrito mayor titulado 'Integración
Social de Migrantes' presentado como trabajo final del curso 'Ética de las
políticas de Migraciones' el 2° semestre del año académico 2015-16 ofrecido por
el profesor René Micallef S.J. en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma.
(Descargar trabajo completo).
[1] Cf. DESA / ONU, «International Migration Report 2015
(Highlights)». (Descargar
informe)
[2]
Se simplifica la utilización de estos términos señalando como pertenecientes al
Norte a los países de ingreso alto, y al Sur a los países de ingreso medio y
bajo. Para profundizar en este tema se puede mirar el completo informe de la
Organización Internacional de Migraciones en que se presenta una panorámica
general de las migraciones en el Mundo. Al final hay un glosario muy
ilustrativo. Cf. OIM, «Informe sobre las Migraciones en
el Mundo 2013». (Descargar
informe)
[3] Ramírez Pizarro, Jorge, El encanto de
los datos. Sociodemografía de la inmigración en Chile según el censo de 2002,
p.15ss. (Descargar
informe)
[4] C. Stefoni,
«Perfil Migratorio de Chile», p.61ss. (Descargar informe)
[5] Área Socio-Laboral y Jurídica INCAMI, «Servicios
de la Misión Scalabrini Chile y el INCAMI», p.28. (Descargar
revista) Ver también Rojas Pedemonte, N. – Silva Dittborn, C., «La
Migración en Chile: Breve reporte y caracterización», Madrid 2016. (Descargar
informe)
[6] Área Socio-Laboral y Jurídica INCAMI, «Servicios
de la Misión Scalabrini Chile y el INCAMI», p.29 (Descargar
revista)
[7] M. Soffia
Contrucci – al., Conocer para legislar y hacer política. (Descargar
informe)
[8] Puede revisarse un
interesante elenco de 7 mitos que suelen estar presentes en la conversación
cotidiana de los chilenos y que sin embargo no tienen asidero en la realidad en
Salas, María Paz, «7 mitos sobre
los inmigrantes que están completamente equivocados». (Ver
columna)
[9] En particular la
Guerra del Pacífico (1879-1883) llamada también la Guerra del Guano y del
Salitre sigue manteniendo heridas abiertas: tras vencer la guerra Chile anexó
los territorios bolivianos de Antofagasta y Calama (dejando hasta ahora a
Bolivia sin acceso soberano al mar), y los peruanos de Arica y Tarapacá (Iquique),
todas ellas zonas de gran riqueza minera Cf. J.
Riquelme – G. Alarcón, «El
peso de la historia en la inmigración peruana en Chile». M. Cárdenas
C, «Y verás cómo quieren en Chile...». (Descargar
artículo)
[10] Cf. C. Stefoni
– M. Bonhomme, «Una vida en Chile y seguir siendo extranjeros». (Descargar
artículo)
[11] Cf. M.E. Ducci
– L. Rojas Symmes, «La pequeña Lima». (Descargar
artículo)
[12] D. Margarit
Segura – K. Bijit Abde, «Barrios y población
inmigrantes», p.52ss. (Descargar
artículo)
[13] Cf. M. Lube
Guizardi – A. Garcés, «Estudios de caso de la
migración peruana «en Chile»». (Descargar
artículo)
No hay comentarios:
Publicar un comentario