Personas intentando entrar a España en la frontera con Marruecos (Melilla) Fuente: EMOL |
Hostilidad
En general la actitud que
se observa respecto de los migrantes que llegan a un país es de hostilidad: de
distintas formas se les dice a los migrantes no los queremos acá, no son
bien recibidos. Esta hostilidad es percibida en las fronteras, y los medios
de comunicación se encargan de mostrarnos la crudeza de las situaciones que ahí
se viven. Pero también se manifiesta mucho más allá y mucho más acá
de las fronteras.[1]
En el caso de España, y en
general de la Unión Europea, se da lo que se llama externalización de
fronteras: sobre todo con países del norte de África se han establecido
convenios que a cambio de ayudas económicas le dan a las policías y fuerzas
armadas locales atribuciones de impedir que quienes están huyendo alcancen las
fronteras (especialmente de Ceuta o Melilla) o el mar Mediterráneo. Muchos de
estos controles, que pueden derivar en restricciones a la movilidad,
detenciones y abusos, van contra los acuerdos internacionales y los derechos
humanos.
También se ha observado
una internalización de fronteras: en particular en España existen
Centros de Internamiento de Extranjeros (CIE) que son verdaderas cárceles para
recluir a quienes son sorprendidos sin la documentación necesaria o están a la
espera de ser deportados. Algunas organizaciones han hecho un trabajo serio de documentación
y denuncia para dar a conocer la situación de los CIE, basada en la visita
semanal que hacen a tales centros. [2]
Y finalmente se observa
una interiorización de fronteras: muchos migrantes que han conseguido
llegar a un país, se hacen invisibles socialmente por el miedo a ser
deportados. Hay un estigma social sobre los indocumentados, ilegales,
clandestinos, que va aumentando
los prejuicios y miedos y va transformando los modos de comportarse, hace que
los migrantes soporten condiciones abusivas de trabajo, e impide que puedan
integrarse en plenitud.
Las dinámicas señaladas
acá han sido descritas en consideración a la situación que se observa en
España, aunque bien se pueden extender a otros lugares del mundo, en particular
en Centro América y México con las personas que migran hacia el norte (Estados
Unidos) debido a la violencia e inestabilidad política y económica en sus
países.[3]
Si bien es cierto los estados
tienen el derecho y deber, al respetar su soberanía, de controlar sus
fronteras, dicho ejercicio debe conducirse de acuerdo con la legislación y con
respeto a los DDHH. Las distintas organizaciones de la sociedad civil deben
esforzarse en denunciar los abusos cometidos [4],
junto con intentar transformar la legalidad vigente y las instituciones que la
hacen operativa. Al mismo tiempo se debe intentar ofrecer una alternativa
valórica diversa a la hostilidad: ahora nos referiremos a la hospitalidad.
Hospitalidad
La hospitalidad es
practicada por muchas personas y está arraigada en lo más hondo de las
culturas, al menos en lo que se refiere a los familiares más cercanos. Muchas
comunidades la han ampliado haciéndose cercanos a quienes vienen de lejos y no
tienen redes que los acojan, expandiendo el nosotros del que se sienten
parte. Esta actitud se fundamenta desde la fe cristiana y la sabiduría de los
textos sagrados, o bien desde la conciencia cívica y lo mejor de la tradición
humanista y solidaria. Ambas fuentes se entrelazan en la defensa del otro
vulnerable.[5]
Algunos estudios muestran
cómo la llegada de personas distintas a un barrio hace que se debiliten, al
menos en un primer momento, los vínculos comunitarios. Si no se propician
espacios de encuentro entre los distintos, cada grupo tenderá a juntarse entre
sí, alimentando prejuicios y recelos que afectan al colectivo. Interesante es
reconocer como, ante personas individuales de ese grupo que se ha podido
conocer el juicio cambia.[6] Para
hacer crecer la hospitalidad, y dejar de lado la hostilidad, es aconsejable conectar
con la propia condición de ser seres vulnerables, necesitados de atención y cuidados,
y esto tanto en lo personal, como en lo social y comunitario.[7]
Desde tal aproximación
más personal, se puede promover la hospitalidad en cuanto valor o virtud que se
expresa en lo público, ya sea a nivel comunitario/vecinal (por ejemplo a través
de iniciativas compartidas, o cuidando que en el diseño de los espacios
públicos se propicien espacios de encuentro), o bien a través de leyes e
instituciones que afectan a toda la sociedad.
Las prácticas personales
y comunitarias son el sustrato sobre el que se ha de construir política
pública, y viceversa: la legislación y políticas públicas le van dando forma a
los valores personales y comunitarios que vivimos cada día, tal como muestra la
Ilustración 1.
Ilustración 1: Interrelación de Esferas personal, comunitaria y
política
(Fuente: elaboración propia en base a González Martin (2015)) |
Resulta esperanzador constatar con Ambrosini[8]
que junto con la tenacidad de quienes logran pasar las fronteras e insistir en
hacerse un espacio en las sociedades de llegada, hay mucho más espacio a la
hospitalidad: esto tanto en la discrecionalidad con que a veces operan los
controles fronterizos en algunos lugares, como en acogidas diversas en
distintos barrios, lugares de trabajo, escuelas, etc. Hay mucho más de hospitalidad
que lo que aparentemente muestran los medios de comunicación social.
* Este posteo forma parte de un escrito mayor
titulado 'Integración Social de Migrantes' presentado como trabajo final del
curso 'Ética de las políticas de Migraciones' el 2° semestre del año académico
2015-16 ofrecido por el profesor René Micallef S.J. en la Pontificia
Universidad Gregoriana de Roma. (Descargar trabajo
completo).
[1] M.
González Martín, «De la hostilidad
a la hospitalidad», p.4ss. Los párrafos siguientes expresan algunas de las ideas
contenidas en este cuaderno. (Descargar
el cuaderno)
[2] Cf. Pueblos
Unidos, «CIE
Informe 2012»; Pueblos Unidos - Servicio
Jesuita a Migrantes España, «CIE Informe 2013»; Pueblos Unidos - Servicio Jesuita a Migrantes España, «CIE
Informe 2014» (Descargar informes en sitio web del Servicio Jesuita a Migantes de España)
[3] Misión
de Investigación y Denuncia,
«Por los derechos de las personas migrantes en tránsito». (Descargar informe)
[4] Un buen ejemplo de esto encontramos en M.S. Danielson, «Documented Failures on the US-Mexico border» y en el informe mencionado en la nota anterior. (Descargar informe)
[5] M. González Martín, «De la hostilidad a la hospitalidad», p.28.
[6] Id., p.22.
[7] Id., p.27.
[8] M. Ambrosini, Non
passa lo straniero? Le
politiche migratorie tra sovranità nazionale e diritti umani, 58.
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